Una cosa es cierta: si entendemos y reconocemos la “Teoría de la Evolución de las Especies” de Darwin, o lo que es lo mismo, la constante evolución y ¿progreso? de las especies en nuestro planeta TIERRA. Y por otra parte tenemos en cuenta “El Gen Egoísta” del etólogo también británico Richard Dawkins. Y finalmente leemos la última obra del neurocientífico norteamericano David Eagleman “Incógnito. Las vidas secretas del cerebro”… tendremos que concluir que la biología, la naturaleza –tal y como la conocemos a día de hoy- es perfectamente superable.
Más aún; ahora va y se descarga, el gobierno de la potente y adelantada Alemania, con una nueva ley por la cual las personas recién nacidas podrán ser inscritas en el Registro Civil con un ( legal a partir del próximo Noviembre) “tercer sexo”. O “sexo indeterminado”.
En este oficio que llamamos VIDA no hay cosa más estúpida que dar algo por sentado (y si no que me lo pregunten a mí). La vida; los genes, que son los que nos gobiernan y los que realmente perviven; las sinapsis cerebrales que incansablemente nos mantienen “conectados” en este maravilloso caos ordenado que es vivir y alentar más vida, están, todo el tiempo, a todo trapo, recreándose, produciendo nuevas formas, alternativas inimaginadas de otras posibles formas que den satisfacción a nuevos entornos, nuevos deseos, nuevas especulaciones mentales.
¿Es por tanto aventurado sugerir que en cualquier momento a cualquier lumbreras se le ocurra producir un “tercer vino” o vino indeterminado que no tenga por qué encasillarse en los estereotipos trillados de cualquier D. O.? Un vino que no tenga necesariamente que ser tinto o blanco, espumoso o tranquilo, más o menos dulce o seco.
Algo de esto ya se da en el mercado. Y no me refiero a los “flush wines” californianos; o a los infumables “lambruscos” que se venden en España; o a un “tipo moscato” rosado muy agradable que produce García Carrión; o a esa pléyade de “vinos desalcoholizados que se ven por ahí.
Probablemente, sin apenas darnos cuenta, estamos en la antesala de nuevos tiempos en donde los iluminados de la sección de marketing de las grandes bodegas, ante sus carencias a la hora de transmitir la magia del vino, estén proponiendo a enólogos y bodegueros sacar al mercado “terceros vinos” que rompan esquemas y puedan llamar la atención de potenciales clientes, quienes a su vez tampoco tengan muy claro de dónde vienen, quienes o qué son ni adónde van.