Podíamos empezar diciendo que la misma zona del cerebro que procesa las señales aromáticas que desprenden los vinos (o cualquier otro producto agroalimentario que ingerimos) es la misma donde se expresan y tramitan las emociones.
Eso ya lo sabíamos; vale. Lo que hemos de entender, sin embargo, es que una alimentación consciente y coherente – y sobre todo el vino tinto de calidad jugando ahí un papel de altas prestaciones como sugeridor de sensaciones placenteras – es algo básico. Pero hay más.
La cultura y el aprendizaje constante, más la voluntad individual, genera una fuerza sinérgica de choque que actúa contra el determinismo genético que decían era invariable, inamovible y que por tanto nos condenaba irremediablemente según las taras del mensaje genético adquirido. No. Se está demostrando, en las últimas investigaciones sobre nutrigenómica, cómo es posible incidir sobre el mejoramiento de nuestra salud y bienestar si nos alimentamos con sentido.
Las socorridas pirámides alimenticias, además de inexactas, se han quedado obsoletas. En http://www.elmundo.es/cronica/2014/01/19/52da86bbe2704e5f538b4570.html se habla acerca del Método Zimbabwe Hand Jive, o manera de comer utilizando el tamaño de la propia mano como instrumento de referencia. Es tan simple, sencillo y coherente que a mí mismo me espanta no haber caído en ello antes (aunque inconscientemente lo practico). Bueno, pues a eso añado yo también – en el caso del vino – la consideración de relacionar la mano, la copa de vino e incluso los dedos como instrumentos y medidas para su consumo.
En el mismo orden de cosas, según estudios experimentales sobre la contribución de microconstituyentes de la dieta a la salud humana, tanto los compuestos fenólicos del aceite de oliva virgen extra como los del vino tinto de calidad (más su componente de alcohol y otros) a pesar de su baja biodisponibilidad sí tienen algo que ver con la segregación de dopamina (la llamada hormona de la felicidad productora de emociones positivas) y su actividad dopaminérgica periférica.
Sentido. Intuición. Inteligencia. Gestión de las emociones. Estos términos hemos de interiorizarlos y trabajar con ellos y desde ellos. Y, ya sabes, para ayudar en el proceso y beneficiarse en el intento, una copa de vino de calidad es una ayuda inestimable, además de un gustazo inmediato generador de sensaciones agradables y positivas.