José Gil mostrando su viña en San Vicente de la Sonsierra. Foto de www.exquisiterioja.com
“Nuestra imaginación de lo imposible no es por ventura propia, pues yo he visto gatos mirando a la luna; y no sé si no la querrían”. Fernando Pessoa.
El universo es un caos perfecto; una singularidad primera y quizá última, sublime. La Tierra es una singularidad dentro del universo. La vida es una singularidad dentro de La Tierra. El ser humano es una singularidad dentro de las distintas formas de vida. Yo soy una singularidad aún más singular dentro de esta especie humana; y mi voz, y mi trabajo, ahora silenciados, no saben conjeturar qué singularidad es esta calamidad llamada Covid-19 que estamos sufriendo y que ha reducido a cero el número de personas viajeras amantes del vino que a La Rioja venían deseosas de disfrutar las experiencias de calidad que en esta tierra con nombre de vino ofrecemos.
¿Y a partir de ahora qué? ¿Cómo reinventarse si lo más importante que nos define como humanos cual es la interacción física y social están siendo estigmatizadas?
Creatividad (lo que quiera que eso sea). Ser selectivos en las preferencias. Y a la hora elegir qué comemos y bebemos priorizar el origen, los productores que trabajan y venden sus productos; que estos sean de proximidad. En cuanto a vinos es por esto que la DOC Rioja que yo muestro a visitantes es un lujo… muy accesible.
Hoy en día el lujo, lo exclusivo, dispone de conceptos/parámetros que se cotizan al alza, que exaltan valores; como son la sostenibilidad, lo ecológico, la trazabilidad de un producto desde el origen, el origen en sí mismo, lo que es caro por escaso, genuino o difícil de producir; el tiempo. Y también el silencio.
Todo ello lo tenemos y lo ofrecemos (lo ofrezco yo desde Exquisite Rioja dando a conocer esos pequeños viñadores y sus bodegas) en el espacio físico mágico de la rioja alta. Así pues ¿qué mejor que acercarse por aquí unos días y hacer filigranas de vino en el fino cristal de hielo sobre el que se arriesgan nuestros deseos y quimeras?