La viña y su vino, Enero 2021, fotos www.exquisiterioja.com
Lo que sigue son varias consideraciones y un ejemplo de la incipiente irrupción de nuevos vinos, calificados como viñedo singular – muy escasos, prácticamente testimoniales en su número- con el foco puesto en la importancia de la viña en una región vitivinícola de primer orden mundial, Rioja, con una extensión de más de 66.000 ha de viñedo.
Reconocidos finalmente por el Consejo Regulador la importancia y el protagonismo de las viñas en la producción de vinos de calidad, repitamos desde la base, desde el suelo, que este es un recurso no renovable –o muy lentamente renovable- y por tanto es fundamental su cuidado si se quiere preservar la biodiversidad y por tanto su viabilidad como terreno interesante para cultivar viñas.
Pero a quien esto escribe, como sumiller lo que le importa son los resultados, los vinos. Y aquí sí hay que señalar cómo las propiedades físicas de los suelos, su textura (pedregosos, de gravas, arenosos o arcillosos); su color (suelos claros propician polifenoles suaves, mientras suelos rojizos resultan más intensos); así como su pH, su situación (en pendiente o no, orientación, iluminación, drenaje, erosión, mantenimiento); más su vida microbiológica, su capacidad de intercambio catiónico y en última instancia los elementos traza (el ADN del suelo) juegan un papel definitivo en los vinos; en su calidad total y en su percepción organoléptica.
Dice el Doctor por la Universidad de La Rioja José María Martinez Vidaurre que el suelo influye y mucho en la nutrición mineral de las cepas, en el vigor de las mismas y en color del mosto; y en menor medida en la producción de uvas y en los componentes de acidez. Igualmente sostiene que es importante en Rioja caracterizar los suelos para conocerlos y así adaptar las prácticas culturales.
En este sentido, en el territorio que abarca la DOCa Rioja, se dan suelos rojizos (sobre todo en la zona de Nájera) paleosuelos con un valor por ser viejísimos, muy interesantes para los vinos pues confieren a estos características de intensidad de color y estructura. Otro tipo de suelos son de aluvión, cantos rodados, arenosos, que no retienen agua; complejos y convenientes para la cepa por diversos motivos; y también abundan suelos de arcillo´calcáreos o de horizontes cálcicos; probablemente los más deseados para la viña pues suelen dar uvas de las cuales salen muy grandes vinos por su estructura, intensidad aromática y suavidad.
Por otra parte, en una zona de monocultivo como es la vid en Rioja, durante un tiempo se abusó de la tierras, forzando estas a producir a base de abonos y otros tratamientos; hoy en día ya hay más concienciación gracias a viticultores comprometidos que quieren y saben cómo manejar sus viñas, qué prácticas culturales realizar para sacar la mejor expresión de cada viña y optimizar la calidad de sus vinos. Por todo lo apuntado, el concepto terruño y su interpretación resulta un tema controvertido y subjetivo; en fin y en cualquier caso es una idea que no puede existir, no puede vivir y no puede durar sin la unión auténtica entre quien trabaja la viña en el campo y la naturaleza.
Con la nueva reglamentación de la figura Viñedos Singulares por parte del Consejo Regulador, se abrió finalmente la puerta al reconocimiento de la diversidad en la DOCa; y que esta se pueda mostrar en vinos específicos (también podrían considerarse vinos etnográficos) siquiera como contraposición a millones de botellas de vinos sin alma ( y también, en otro orden de cosas, a esos otros vinos maravillosos de mezcla de viñas, variedades y zonas dentro de la DOCa).
EL SUEÑO (Y EL TRABAJO) DE AMADOR
Uno tiene la sensación de que cuando salga al mercado, ya con la calificación de Viñedo Singular, la cosecha 2018 de EL SUEÑO DE AMADO de Bodegas Ilurce en Alfaro, será el éxito como resultado genuino de una viña y terruño particular con un valor añadido, que no busca tanto elevar precio como reivindicar el trabajo bien hecho, valores culturales y etnográficos expresados por un territorio. Además, el vino será ecológico certificado a partir de la añada 2021; y elaborado obviando la enología curativa, práctica generalizada en todo el mundo desde los años sesenta del pasado siglo.
Dentro del término municipal de Alfaro, próximo a Grávalos, en el paraje de Cabezaroyo, se encuentra una viña de garnacha realmente singular. Plantada en una suave vaguada en 1918, lo más relevante de la misma es lo homogénea que es para su edad, porque ha sobrevivido en un terreno pobre lleno de cascajos que solo goza del agua del cielo. Sorprende ver las cepas (apenas falta alguna) tan sanas, con ese porte elegante, desafiante; sus raíces han tenido que profundizar mucho para encontrar el sustento que las mantiene maravillosamente; en su longevidad también ha contribuido que la superficie plantada tenga ligeros desniveles, lo cual propicia leves movimientos en las corrientes de aire que evita heladas, alivia calores y marca la sanidad de los racimos.
Amador Escudero, bodeguero e Ingeniero Agrónomo, puede sentirse orgulloso de haber recibido en herencia tal patrimonio; de haber sido capaz de mantenerlo contra los vientos y mareas del arranque, y más todavía de cuidarlo con amor y trabajarlo con dedicación. Desde el año 2020 ya en clave ecológica, las tareas que realiza personalmente en la viña durante el año no cesan: al ser la viña tan vieja procura evitar la mecanización; atiende el estado cada cepa; poda cuidadosamente, en la espergura se reparten los racimos y el desniete es selectivo, solo en la orientación sur de las cepas. Bien es verdad, según dice, que en ecológico está teniendo menos problemas de los esperados, excepto imprevistos como puede ser repentinos cambio de temperatura que pueden afectar a las cepas.
Se sabe muy bien que hay viñedos en terrenos no convenientes para viñas, así como plantaciones digamos no idóneas; y aunque el Consejo Regulador limita la producción y el rendimiento de transformación para los Viñedos Singulares, en el caso de su viña, Amador y sus hermanas Inmaculada y Ana son más exigentes aún, y se cuidan de hacer vendimias lentas y selectivas, refrigerar las uvas, despalillar suave, fermentar en depósitos chatos y utilizar roble nuevo de distintas tonelerías.
Con eso y con todo, lo más intrigante en las garnachas vieja, es cómo y cuánto la calidad constante de sus vinos está tan ligada a la vejez de las cepas, a diferencia de otras variedades. Un factor estimado puede ser que las raíces de las garnachas viejas explotan más volumen de terreno, y guardan parte de lo que extraen del subsuelo como reservas en la madera vieja; de ahí su capacidad de supervivencia y la calidad más lineal cosecha tras cosecha.
La viña desde luego es una maravilla; resulta evidente que tiene identidad propia; pisar el suelo pedregoso, contemplar la quietud del ambiente, sensar las cepas, su porte y conformación… el término venerable por su edad se antoja fuera de lugar, ya que se puede ver cómo la vida en las cepas se muestra pujante; y lo que percibes son ganas y ansias de vivir más. Por tanto, bien en la rioja oriental o en la occidental lo cierto es que – en forma de botellas de vinos exclusivos y ¡al fin! con caracteres diferenciados – el presente es muy vivo y promete un futuro halagüeño.
Para confirmar que todo esto es verdad y serio, entre los requisitos que exige el Consejo Regulador para certificar los vinos de Viñedos Singulares, estos han de superar, cada cosecha, dos catas a ciegas realizadas por un panel externo que ha de seguir la metodología de la OIV. La primera cata se realiza cuando el vino ya está elaborado; y la segunda definitiva, después de la crianza y previa a la comercialización. Se evalúan todos los parámetros organolépticos y el resultado ha de ser excelente. O sea, vinos espectaculares en sus características particulares. ¡Bienvenidos sean!