Si ayer celebrábamos San Antón, Patrón de los Animales, con todos nuestros compañeros peludos, hoy despertamos a la cruda realidad de todos los animales que, abandonados a su suerte en la perrera, esperan una oportunidad, ajenos a su destino final, si nadie lo remedia.
Hoy aprovecharé para presentaros a unos cuantos pero también quiero hablar de una situación demasiado habitual para los adoptantes nóveles. Cuando asesoro sobre un perro recién dado en adopción siempre incido en la importancia de esperar un tiempo para empezar a soltarlo.
No hay una regla fija y depende de cada perro. Lo que debemos tener claro es que antes de soltarlo, es preciso que exista un vínculo fuerte entre el perro y su adoptante. Y ese vínculo solo nace con el paso del tiempo. Tu perro recién adoptado, seguramente, está despistado ante todos los cambios que está experimentando pero, aunque te mire como si fueras Dios, no quiere decir que, necesariamente, te vaya a obedecer si decides soltarlo y luego llamarlo para que vuelva. Su vida anterior, normalmente, es una incógnita y no es raro que perros recién adoptados escapen tras el rastro de otros perros o de una posible presa, si su anterior vida estuvo dedicada a la caza o, simplemente a la supervivencia.
No se puede decir con exactitud cuánto se debe esperar, pero nunca menos de un mes y, a veces, mucho más. Es es ente periodo cuando crea el vínculo de dependencia del perro hacia su nueva familia. Durante ese tiempo, hay que enseñar al perro a volver a la llamada. Es la más importante de todas las órdenes básicas pues, de ella, depende su seguridad. Cuando estemos realmente seguros de que atiende a nuestra voz, habrá llegado el momento definitivo de soltarlo.
Muchas veces nos da la falsa sensación de que los perros son obedientes desde el primer día y que van a regresar a nuestro lado en el momento que los llamemos estando libres sin la correa. A algunas personas les da pena tener que llevar al perro atado con la correa porque están deseando verles correr. Os aseguro que hay tiempo para todo pero aún no ha llegado ese momento.
Cuando se adopta un perro hay que tener en cuenta que éste va a necesitar un periodo de adaptación. Algunos vienen directamente de la calle, de una perrera, de una protectora o en otros casos, de una casa de acogida. Para el perro es un cambio brusco, empieza a conocer a su nueva familia y tiene que aprender a confiar en ellos. Esto lleva su tiempo.
Si no se respeta esta sencilla norma, demasiadas veces nos encontramos con perros que se ha perdido o han escapado y que nunca más regresan o en el peor de los casos que ha muerto atropellados por un coche. Así que, hagamos las cosas poco a poco, disfrutemos de nuestro perro, etapa a etapa y evitemos las desagradables consecuencias de querer correr demasiado.
Las protagonistas de hoy esperan en La Perrera de Logroño su oportunidad. Son todas perfectas. Su único problema es que sobran en esta sociedad en la que se fomenta, de forma inconsciente, la tenencia y cría indiscriminada de los animales. Si quieres ayudarlos acogiendo o adoptando a cualquiera de ellos, contacta con ar.difusionperrera@gmail.com
Nube es una hembra de tamaño mediano, muy tranquila.
Linda es solo una cachorrina minúscula, llena de vida y de alegría inconsciente de todo lo que pasa a su alrededor.
Matilda es una hembra de tamaño pequeño
Luz, cachorrita de 4-6 mesitos.