Cada día veo personas que son arrastradas, sistemáticamente, por sus perros, y otras, las menos, que tienen perros que se quedan siempre por detrás. El paseo se convierte casi en una penitencia y ninguno disfruta de él. Hoy me centraré en los primeros. En los perros que tiran.
Los perros tiran de la correa por distintas razones: Entusiasmo por llegar al parque, seguir un rastro, querer llevar a su propietario a distintos lugares, inseguridad, llegar a sitios seguros lo antes posible… Algunos tiran por tirar: la presión del collar invita a ello, y al final todo se convierte en una batalla de fuerza, por la simple razón, en primer lugar, de que el perro lleva una correa puesta.
Algunos de estos perros pasean tranquila y alegremente, al lado de su propietario si no llevan una correa puesta, pero hay lugares donde no se puede evitar ir sin la correa (por razones legales o de seguridad), y aquí empiezan los problemas.
Los perros empiezan a tirar cuando quieren acercarse rápidamente a algo, por ejemplo, conocer a otros perros. Si les mantenemos sujetos, pueden acabar frustrados, y si se frustran pueden empezar a frustrarse. De este modo, podemos acabar teniendo un perro excitable, que sin ser agresivo necesariamente, empieza a mostrar comportamientos poco adecuados, sencillamente porque nunca fue socializado correctamente ni se le enseñó a pasear tranquilamente con una correa puesta.
La ayuda es necesaria
Un buen educador tiene un conjunto de ideas, técnicas y utensilios para enseñar al perro a pasear con la correa puesta de entre los que escogerá el método más adecuado.
Enséñale a tu perro a mirarte. De este modo, el perro aprende a verte y a escucharte, y no solo hacerte caso por la correa.
Si tira, nos paramos el tiempo necesario hasta que, el mismo perro, reduzca la tensión, se vuelva, nos mire, se siente u ofrezca cualquier comportamiento alternativo a tirar. Solo en ese momento, seguiremos la marcha. Esta técnica llamada semáforo rojo-semáforo verde es de lo más eficaz y solo precisa de paciencia por nuestra parte y dejar el tiempo suficiente para que el perro piense qué esperamos de él.
Si el perro se activa paseando con la correa, cuando se enfrenta a otros perros o a personas, deberíamos prever con antelación dichas situaciones para evitarlas mientras nuestro perro no esté preparado para ello. Quizá es un animal que no ha sido socializado con otros perros pero, en cualquier caso, lo mejor es trabajar con seguridad. Lo ideal sería trazar círculos amplios que ofrezcan una mayor distancia de seguridad a nuestro perro. Recordemos que los perros jamás se acercan a otros perros de frente. Lo cortés es trazar un semicírculo para hacer un acercamiento progresivo.
Si empieza a tirar frente a otros perros, no debemos tirar hacia atrás, pues se protege con la correa y se crece ladrando y gruñendo como si le fuera la vida en ello. En estos casos, debemos mantener la calma y proteger a nuestro perro y a los demás, llevándolo hacia delante o hacia un lado y sacándolo cuanto antes de la situación. En estos casos, sería conveniente la ayuda de un buen profesional para sentar las bases de un uso adecuado de la correa y unas pautas de trabajo de desensibilización con el perro.
Tu perro es lo suficientemente inteligente para entender con un poco de práctica; A algunos les puede costar un poco más si son mayores, más excitables o nerviosos pero, todos aprenden autocontrol y cómo disfrutar de un paseo agradable y sin tensiones.
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