Desde siempre he tenido querencia por la gente rara. Por esos que hacen lo que nadie hace a su alrededor: un torero japonés, un campeonísimo de sumo estadounidense … O, sin ir mucho más lejos, un magnífico jugador de balonmano argentino.
Hace falta ser raro para coger el balón con la mano siendo argentino
Hace falta un punto de rareza para coger el balón con la mano cuando uno nace en Argentina. Cierto es que, según me cuentan, en el país hay una colonia germana de origen que practica el ‘handball’, así llamado y pronunciado a la alemana. Aún así, que de esa colonia salga un altísimo jugador zurdo, que encima sea capaz de ser máximo goleador de la Asobal, y que nunca pierda esa pinta de fragilidad pese a toparse con las defensas más duras del mundo, es casi milagroso.
Gull se fue al Barça de Cadenas, y Cadenas no lo quiso. El exilio en el Golfo era un injusto epílogo para una carrera extraña pero exitosa. Ahora, el Ciudad Real lo ha rescatado, y las cosas son un poco más justas para el argentino. Una temporada, al menos, para el argentino mas grande en el equipo más grande. Bienvenido, Flaco.