Algo muy fuerte une a dos aficiones separadas por casi mil kilómetros: de Logroño a Antequera fluye una comunicación de afecto y unión que sólo se explica por el balonmano. Así que las noticias que llegan sobre los problemas de los verdes duelen más.
Antequera está mal: sus jugadores salieron ayer a denunciar que llevan cuatro meses sin cobrar la mayor parte de sus salarios. Dura situación, y paradójica: Antequera tiene mucho apoyo popular, pero está claro que eso ya no es suficiente en el balonmano.
La Asobal está explotando. Unos cuantos años de vacas gordas y sueldos altos han dinamitado la base de muchos equipos, tanto arriba como abajo. Porque nadie sabe qué será de San Antonio, y otros, como Cuenca, empiezan a pagar el haber hecho plantillas sobredimensionadas: ya deben tres meses y medio.
Con los dedos de una mano se pueden contar ahora mismo los equipos de Asobal que gozan de una salud aceptable. Entre ellos, gracias a Dios (o a la directiva) está el Naturhouse. Los riojanos recogen ahora los frutos de haber sabido dar un paso atrás a tiempo, soltando jugadores caros y abaratando año a año la plantilla. Otros no lo hicieron, y ahora explotan.