Creo que hay algo peor que dar mal ejemplo con la comida a los niños, y es que nos cuidemos los adultos, que cambiemos nuestros hábitos, mientras les damos a ellos porquerías para comer. Es un sinsentido absoluto.
A menudo repetimos frases como “me había preparado una ensalada para cenar, pero finalmente acabé picando lo de los niños”, “es que no puedo cuidarme y cocinar distintos platos en casa” “estaban los niños comiendo chuches y caí en la tentación” “comí galletas porque como están en casa para los niños…”
Si alguna de estas frases te suena y la has pronunciado, no vamos por buen camino…
Los niños son muy vulnerables en este asunto del comer y con el ejemplo aprenden de la mejor manera (como en casi todo en la vida), pero cómo es posible que estemos tratando de mejorar nuestra alimentación y no dejar de ofrecerles dulces, fritos, procesados… ¿por qué queremos para ellos lo que no es bueno para nosotros? Probablemente porque nuestro objetivo al cuidarnos esté relacionado únicamente con el peso o porque no estamos entendiendo las consecuencias de una alimentación insana.
En innumerables ocasiones escuchamos a adultos decir que sus pequeños comen ciertos alimentos porque “se lo pueden permitir”. Por mucho que coman no engordan, pero es que la alimentación influye en la futura salud de tu hijo, independientemente del peso. La diabetes o las enfermedades cardiovasculares no entienden de kilos!
Igual que la educación comienza desde bien pequeños, igual que nos esforzamos porque adquieran ciertas destrezas, igual que les enseñamos a evitar peligros, empecemos a educarles en este tema también, porque acabarán siendo adultos enfermos que no entiendan por qué les dimos productos perjudiciales, si lo que queremos es cuidarles.
Y aunque existe mucha confusión respecto a la alimentación (especialmente infantil) también contamos con herramientas y mucha información veraz, que nos ayuda a conocer qué es lo mejor para ellos.
Gran parte del problema es que aquellos que estamos concienciados, no reunimos la valentía de tratar de cambiar nuestro entorno, es muy difícil no ofrecer dulces en tus celebraciones sin que te juzguen, o hacer rechazar a tu hijo algo que le ofrecen (por educación) o convencer a tu familia o amigos de que nadie coma alimentos insanos ni compre a los pequeños. Pero tiene que haber alguien que comience el cambio, ese primer granito de arena para conseguir la montaña.
Ya mencioné algo similar hace tiempo en este post, en relación con los dulces, porque no me gusta que se los ofrezcan a mi hija.
Aunque ahora y me refiero a todo tipo de snacks, refrescos, chuches y ultra-procesados, infinidad de productos que comen los niños a diario.
Puedes tener dudas al respecto, pero hay algo bien claro, si sabes que algo te perjudica, ¿por qué se lo das a tu hijo?