Les recomiendo vivamente la sección de Deportes ubicada unas hojas más adelante. Confieso que yo, hasta ahora, no le prestaba más atención de la imprescindible saturado por los líos de egos y neumáticos del omnipresente Fernando Alonso, ahogado en la sopa de letras del Logroñés y fuera de juego en disciplinas como pádel, golf o boccia. Sin embargo, resulta que sus páginas guardan de vez en cuando historias sabrosísimas hasta para quienes el juego es un plato de digestión lenta.

Mi reconciliación ha llegado en la crónica más inesperada del apartado menos probable: una información sobre la Liga Nacional Juvenil de fútbol. En concreto, el partido que enfrentó la pasada semana a La Oyonesa con el Haro. Casi nada.

Por lo visto, el encuentro quedó en empate, pero el comité de competición ha dado luego el partido a los jarreros por alineación indebida del delantero del equipo vasco (¿se dice así en el argot deportivo?), Sota. Un chaval que, lejos de lo que su nombre sugiera, resulta que es georgiano. Para un neófito confeso ya es llamativo que un jugador de Georgia recale en el campo de El Espinar. Pero resulta que no, que dos compatriotas de Sota forman ya parte de la alineación habitual. El inconveniente con el ariete de la república de la antigua URSS es que no tenía la ficha tramitada y el entrador le «coló» en el campo con la identidad de otro jugador nacional.

Dice la crónica que los del Haro olieron a chamusquina ya sobre el césped porque el chico farfullaba mal el español. Y no me extraña. En vez del clásico ‘Árbitro, que yo no le he tocado’, ‘Joder, eso ha sido un piscinazo’ o ‘Pásala de una puta vez y no te vuelvas loco’ imagino al esforzado Sota lleno de tensión intentando ocultar su identidad al tiempo que se fajaba con los rudos defensas del Haro. ¿Cómo dirán en Tbilisi rematar al palo corto’? ¿Y achicar espacios en la medular? ¿Y desplegarse por las bandas? Sólo una palabra en georgiano no le hubiera delatado: tiki-taka.