La contracrónica perfecta de cualquiera del aluvión de mítines que se celebran estos no relataría lo que cuentan los candidatos, sino lo que obvian decir. No recogería su catálogo de promesas, sino los proyectos que resultarán inviable. Así como en el 2007 el compromiso electoral estrella del PSOE era la liberalización del tramo riojano de la autopista, cuatro años después la palabra AP-68 ha sido extirpada con fórceps del discurso del Aldama. Ahora todos los mensajes giran alrededor de la transparencia y la honradez en la vida política como antítesis de los casos de Vallejo y Muñoz, pactos para dar y tomar (por el vino, por el empleo, por la educación), sanidad pública, recetas para recortar el paro.
En Alfaro, el alcalde y candidato local a la reelección dio gusto a los que esperan que lluevan unas gotas de sinceridad, y además de obras hechas y las iniciativas para hacer (sobre todo la construcción de un gran centro cultural y la atracción de compañías para su instalación en el parque empresarial) subrayó lo que, de continuar en el cargo y si las circunstancias económicas no cambian, no podrá acometer el Consistorio. Ahí incluyó la piscina climatizada, cuyo coste de 6 millones de euros reconoció imposible de asumir de no ser a costa de prescindir de cuestiones mucho más perentorias en tiempos de crisis. Una dosis de “realismo” que Tomás Martínez extendió hasta el programa de fiestas de las (incontables) celebraciones que ofrece Alfaro a lo largo del año. “Habrá que contratar orquestas algo más baratas pero que nos hagan disfrutar igual”, propuso.
Ya lo decía Adolfo Suárez en sus momentos de gloria: “Españoles: ni puedo prometer ni prometo que…” ¿O era al revés?
Foto: Tomás Martínez y Francisco Martínez Aldama, en el mitin de Alfaro retratados por Justo Rodriguez