El blog personal de Francisco Martínez Aldama es una metáfora de la parálisis que padece el PSOE riojano desde la derrota del 22-M. La bitácora del líder socialista sigue anclada en el día 14 del diario de campaña que emprendió durante los comicios y después de la entrada correspondiente al 20 mayo, nada de nada. Ni virtual ni analógico.
La noche fatídica, aquella en la que Tomás Santos asumió que su proyecto no había tenido el respaldo ciudadano y anunció su retirada pero Aldama siguió percibiendo el aliento de sus simpatizantes para no renunciar, la cúpula de la formación advertía que no iba a salir corriendo El partido sigue desde entonces instalado en la contemporización a la espera de reescribir aquí el dictado de Ferraz y la Ejecutiva regional sigue aferrada a su puesto hasta el Congreso regional que defina el sucesor de Aldama. Ni siquiera las iniciales críticas internas tras la derrota han movido un ápice los pilares de la sede de Martínez Zaporta, y el Comité regional celebrado en junio, el único síntoma de que el paciente aún respira, no sólo ratificó ese encefalograma, sino que dio el beneplácito para dejarlo inalterado. Aquél día, la palabra que más se pronunció no fue mea culpa, sino gracias.
La designación de Alfredo Pérez Rubalcaba tampoco ha variado el escenario. Al contrario, el PSOE riojano continúa replicando aquí lo que se dice en Madrid, y el Zapatero al que ante todos veneraban es ahora una rémora que nadie quiere cargar. Ni las inevitables contradicciones e hipotecas a las que se enfrenta en su nueva singladura el que ha sido el hombre fuerte del todavía presidente parecen alterar un discurso que deja así pasar el tiempo para lo que debería ser el objetivo irrenunciable y urgente: ganar las próximas elecciones. El temor que acecha a la militancia más comprometida es que ese silencio público sea la tapadera de otro interno en busca de un escaño en las Cortes y, como dice González Pons , la película que proyecten los socialistas cuando lleguen las generales sea la secuela de alguna que ya ha visto antes el público.
Fotografía: Alfredo Iglesias