A diferencia de todos los que ahora glosan la figura de Félix Romeo y aseguran que compartieron con él un buen puñado de momentos, yo confieso que apenas le conocí. Nuestras vidas se cruzaron levemente y tuvieron un restaurante logroñés como punto de encuentro. Francis Cillero le trajo hasta el festival Actual de 1998 junto a otros tres escritores que, como él, compartían entonces la condición de debutantes en el mundo de las letras y un gusto exquisito por la vida. Completaban aquella charla sobre el futuro de los libros (el i-book ni siquiera estaba entonces en la mente de Steve Jobs) Josan Hatero, Lorenzo Silva y Paula Izquierdo. Todos ofrecieron unas frescas reflexiones ante un público reducido, después de compartir una comida ofrecida por el festival.
El entonces subdirector del ‘La mandrágora’ se mostró como siempre fue hasta su repentina muerte a los 43 años: erudito y cercano, entrañable y efervescente. Y entre plato y plato, tuvo tiempo de recorrer la obra de autores, grupos de música y artistas de los que yo ni siquiera había oído hablar y disfrutar a la vez de una comida que incluía caparrones. Lo recuerdo porque le gustó no sólo cómo estaban cocinados sino, sobre todo, el nombre de aquel manjar. Caparrones, repetía como generando un eco en su cerebro al arrastrar tantas erres y buscando entre risas palabras de sonoridad pareja.
El Actual tuvo la suerte y el acierto de incluirlo una vez en su programación. Algunos sentimos la mala suerte que ha llevado a morir tan joven a alguien capaz de acumular y transmitir tanta cultura sin derramar ni un gramo de pedantería.
Félix Romeo, en medio de Josan Hatero, Paula Izquierdo y Lorenzo Silva a la entrada del Café La Luna de Logroño durante su presencia en el festival Actual de 1998 (Fotografía: Juan Marín)