Por lo oído en la Junta Directiva del PP, que viene a ser algo así como el pistoletazo de salida oficioso de la precampaña de una precampaña perpetua, los ejes del discurso popular para intentar arrebatar el tercer diputado al PSOE serán tres:
De ese inventario de argumentos, el más sustancioso en clave interna se antoja el tercero. “¿Cómo se puede decir, como oí ayer a un socialista, que La Rioja es pequeña y por eso no se le tiene en cuenta en Madrid”?, se preguntaba Pedro Sanz en voz alta ante un público rendido a la causa. “Eso es la derrota de uno mismo”, concluía.
Para que esa derrota se mute en triunfo, el líder popular es consciente de que más allá de una virtual victoria de Rajoy el 20-N y restañar las heridas producidas por la exclusión del corredor del AVE o el blindaje del Concierto Económico Vasco, la comunidad autónoma debe situar en el futuro Ejecutivo central al menos una figura que confirme esa presencia “real” de La Rioja. Seguramente en el auditorio se encontraba el hombre (o la mujer) llamado a convertirse en esa pica del PP riojano en la capital.
El (o ella) será también el encargado de enjugar la “indignación” que Sanz confesó sufrir. No por la actuación de los políticos para con la sociedad civil, claro está, sino por el “maltrato” dado a la comunidad autónoma por parte de los parlamentarios socialistas a favor de sus propios intereses y en contra de los de La Rioja. “Si alguna vez el PP me pide que haga eso, contad con que me ido del partido”, sentenció. Alguno tragó entonces saliva.
Fotografía: Pedro Sanz, en los inicios de su carrera política, a la entrada del Parlamento riojano (Enrique del Río)