“El Partido Riojano hace tiempo que ha cambiado de registro”. La frase, pronunciada por Miguel González de Legarra en el pleno donde se tumbó la enmienda a la totalidad del PSOE a los Presupuestos de La Rioja, tiene más calado del que quedó diluido en el fragor del debate. La sentencia del presidente regionalista advierte de que la estrategia de la formación ha variado hace tiempo y busca fórmulas para recuperar el terreno perdido en las últimas elecciones.
Los caminos que explora desde entonces el PR son varios y no necesariamente complementarios. Por un lado está la mano tendida al PP –confirmada por el sintomático apoyo a las cuentas de la Comunidad, pero sobre todo con su renuncia a seguir adelante con la demanda interpuesta a Aranzazu Vallejo por los viñedos ilegales alegando que la exvicepresidenta ya no ocupa ningún cargo– y por otro la alianza con Ciudadanos de Logroño. Una muestra de buena vecindad a un Pedro Sanz que siempre ha repudiado al PR y, a la vez, el acercamiento a quien ha protagonizado el mayor desafío al todopoderoso presiente saliendo airadamente del partido en el que militó durante más de 20 años.
En la redefinición del PR subyace la voluntad/necesidad de curarse del castigo electoral sufrido en las últimas elecciones municipales, cuando perdió los dos concejales que habían sustentado el gobierno bipartito con el PSOE en Logroño. El varapalo abrió una hemorragia en la formación, que a su falta de representación en el principal ayuntamiento de la región sumó una reducción de recursos fundamentales para mantener las siglas. Sin embargo, lo que más evidenciaron los comicios del 22-M fue que la alternativa del PR al bipartidismo y sus posibilidades de bisagra están siendo paulatinamente recortadas por el imparable ascenso de UPyD. El partido de Rosa Díez le arrebató el tercer puesto (4.5% de escrutinios) e incluso IU (4.25%) quedó por encima de la candidatura encabezada por Ángel Varea después de un alambicado proceso de negociación frustrada con Ciudadanos de Logroño, que también cosechó entonces un discreto 3.51% a pesar del impacto inicial.
El PR tiene ahora la obligación y el reto de decidir si el apuntalamiento de sus cimientos para no perder el lugar que ha venido ocupando puede ser a costa de lo que sea. Si la entrada de Julio Revuelta en un partido con 30 años de historia logrará el efecto deseado o dolerá entre las bases que no olvidan como, en sus tiempos de alcalde, denostó a los regionalistas con los que ahora se alía. El tiempo (y sobre todo la evolución de UPyD) dictará sentencia.
Fotografía: Enrique del Río
Sanz y Revuelta, ante la sede del PR en junio del 2007, antes de entrar a hablar con los líderes regionalistas para intentar alcanzar un pacto en Logroño que finalmente cerraron con el PSOE