En la única entrevista escrita que ofreció durante la campaña electoral, Mariano Rajoy avanzó con tiento de candidato y midiendo cada palabra para no mojarse en ningún charco sus intenciones en caso de llegar a La Moncloa. Sus palabras textuales entonces fueron: “No me gustaría recortar en los grandes servicios públicos fundamentales como Sanidad y Educación”.
Ateniéndose aquella declaración, el tijeretazo que se anuncia en Educación y Sanidad traiciona sólo en parte la frase. No le gustaría hacerlo, pero lo hará. El ahora presidente ha anunciado un nuevo sacrificio de 10.000 millones para aplacar la voracidad de los dioses (perdón, los mercados), pero nadie sabe como se materializará. Nadie, menos los políticos riojanos.
En la línea argumental de los últimos meses, Sanz anunció en el Parlamento regional que, sea cual sea el ajuste, la calidad de los servicios básicos no se verá mermada ni habrá copago. El mismo mensaje que ya lanzó el Ejecutivo riojano con la eliminación de 11 médicos en el ámbito rural, el hecho de prescindir de 400 interinos o los agobios de invierno en Urgencias.
La osadía de asegurar que no pasará nada a pesar del tijeretazo es sólo comparable con el cálculo de Pablo Rubio en el mismo escenario. Aunque el portavoz parlamentario del PSOE también desconoce el alcance del nuevo tajo, los socialistas ya tienen calculado qué porción del pastel tocará a La Rioja: 70 millones de euros menos en las cuentas en Salud y 700 profesionales sanitarios tocados. “El sistema no lo aguantará”, sentenció Rubio. El PP ni lo negó ni lo desmintió. Se limitó a acusarle de falta de legitimidad para pronunciarse.
En ese rifirrafe político, la opinión más inquietante es la del Colegio Oficial de Médicos de La Rioja. Los mismos que hace apenas dos meses aseguraban que la calidad asistencial estaba garantizada, ahora temen que merme ese nivel. Por si acaso y en vista de la que la sombra de la guadaña es alargada, ya se han apresurado a avanzar que los ajustes no deberían en ningún caso tocar al personal. Que se pode cualquier otra cosa, pero no a los profesionales.
Será por eso que donde ya se ha notado la reducción es en algo tan aparentemente ajeno a la práctica médica como son los menús del San Pedro. Las ensaladas desaparecen, los zumos naturales se restringen, los yogures sustituyen al café con leche… La Consejería, en la línea de las últimas fechas, primero calla y luego niega la alerta de los pinches del hospital. Y mientras tanto, sigue sin resolverse el misterio del recorte obligado sin recortes confesables.
Fotografía: Jonathan Herreros
Trabajo en las cocinas del Hospital San Pedro