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Teri Sáenz

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Alberto Garzón: “El 15M sigue vigente”

Renuente por su propia naturaleza a liderazgos y portavocías, el 15M tiene en el riojano Alberto Garzón (Logroño, 1985) uno de sus analistas más fieles como parte activa del movimiento. Una «carrera de fondo» que, según el diputado nacional de Izquierda Unida por Málaga, ya ha alcanzado su primera meta: la respuesta de la calle y la repolitización del ciudadano.

-¿Cuál es el estado de salud del 15M un año después de nacer?
-El 15M fue la manifestación de la frustración de la gente ante unas circunstancias previas a la actual coyuntura económica y social que ahora, con el estallido de la crisis, se han agudizado. El 15M seguirá vigente mientras sigan sin resolverse las causas que alentaron a tantos a salir a la calle.
-En las concentraciones del pasado fin de semana se ha percibido menos afluencia de gente.
-Es cierto que el 15M ha estado en los últimos meses menos visible en la calle, pero ha estado igualmente activo en las redes sociales, en las plazas, en las asambleas. Ha estado por así decirlo, madurando. Cuando ha llegado el aniversario, hay quien ha intentado reducir la importancia de la manifestación en función del número de gente, el debate sobre los horarios o si habría desalojo. Sin embargo, ese intento de minimizar el movimiento no ha conseguido erosionar ni sus fines ni su calado social.
-¿Qué ha aportado el 15M?
-Principalmente, la capacidad de generar determinados debates sobre la participación política, la democracia, el papel de los partidos, la fiscalidad… Temas que están en las conversaciones diarias, en la preocupación de los barrios, y que hace unos pocos años no estaban en la agenda personal de casi nadie.
-Los partidos prometieron escuchar al movimiento, pero el reflejo político ha sido residual.
-Una cosa es que la gente se interrogue sobre cuestiones básicas y otra el efecto práctico en leyes más allá de vagas declaraciones de intenciones. El 15M ha repolitizado a la ciudadanía, pero no ha amenazado el papel de los partidos. Por lo tanto, no ha sido una presión suficiente para que los formaciones tomen decisiones contrarias a las que han venido tomando.
-¿Es eso un demérito de los indignados?
-El 15M aspira a concienciar a la sociedad y que sea ésta, a través de diferentes espacios, la que exija esos cambios. Los partidos han hablado de temas como la dación en pago, pero nunca se ha materializado en nada. Incluso se ha querido utilizar a los indignados como estrategia electoral diciendo “mirad, nosotros somos sensibles a lo que dice la calle”. No es en ningún caso un demérito del 15M, porque se trata de un proceso muy lento que lucha contra fuerzas tan sumamente poderosas como las de los mercados, que son los que al final deciden.
-¿Se corre el riesgo del desánimo?
-No. Es una carrera de fondo donde lo básico es que la gente se vaya politizando y reflexione sobre su situación económico-social con más elementos de interpretación y diálogo. No hay que preocuparse, porque el 15M tiene su propia velocidad, va calando poco a poco. Algo, además, normal dado que es un conjunto tan heterogéneo.
-¿Aceleraría el proceso una articulación más pragmática, como reclaman algunas voces?
-El 15M es una especie de universidad política. Un movimiento social que, como tal, no responde a una dirección específica. Eso no es ni bueno ni malo: simplemente, su propia naturaleza. El problema es que se lleva muy mal con la contraparte, con políticos y periodistas, que buscan un interlocutor que funcione en su mismo plano cuando no responde a los mecanismos tradicionales. El 15M no aspira a ganar unas elecciones. Tiene un objetivo más difuso pero más importante como es modificar la concepción política y mental de la ciudadanía. Y eso lo hace muy bien.
-¿Acabarán las fuerzas de izquierda “apropiándose” del 15M?
-Su misma fortaleza es su debilidad: carece de estructura visible. El Gobierno no puede eliminarlo, aunque lo intenta. E igual que no se puede destruir porque siguen vivas las causas que lo generaron, nadie puede apropiarse de él. Todo ello no excluye que dentro de 15M haya gente que pertenecemos a partidos, sindicatos y otros colectivos. Son herramientas de acción complementarias al movimiento, y personas como yo, sólo gotas en el mar del 15M.


Fotografía: Roberto Villalón


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