Jesús Cifuentes, ‘Cifu’ (Valladolid, 1966) es, como dice su propia canción, gente normal. El cantante de una de las bandas de mayor recorrido en la música española volvió a pisar La Rioja para insistir en que no hay que desistir.
-Su primera actuación en Logroño fue en 1991. Celtas Cortos eran casi unos desconocidos que teloneaban a la Oysterband y usted lucía melena. ¿Cómo ha cambiado la banda en este tiempo?
-Pelos aparte, aquella época fue la de un despuntar cañero en un entorno, además, de enorme creatividad. Editamos los vinilos que más repercusión han tenido y todo era grabar, tocar y empalmar gira tras gira. Desde entonces siempre hemos buscado en cada disco un espectro distinto sobre una base de pinceladas celtas y una determinada forma de entender el rock & roll y combinarlo. Los cambios han venido de la mano de lo que te late en cada momento creativo, pero lo que nunca ha variado es nuestro carácter reivindicativo y combativo.
-Ahora que lo dice, el repertorio de Celtas Cortos no encajaría mal como banda sonora del 15M.
-Muchas de nuestras viejas canciones podrían valer ahora mismo cambiando sólo algún dato y mostrar así ese mismo grado de indignación que compartimos. Porque lo que ha cuajado el 15M no es algo nuevo, sino que se viene respirando desde hace años. Ha llegado el momento de su explosión.
-¿Se ve componiendo un tema sobre la prima de riesgo?
-Todo es musicable. Porque eso es lo bueno de las palabras: que puedes acercarte a cualquier concepto desde muchas vertientes con mayor o menor vuelta poética. No lo tenía en mis planes, pero podría hacerle un tema para denunciar qué está pasado y cómo, de pronto, todos los que hace un cuarto de hora no sabían nada de economía se han convertido en expertos y la de riesgo es la prima más popular de España.
-¿Añora aquellos años en los que nadie hablaba de la crisis y los Celtas arrasaban por donde iban?
-Tenemos los pies en el suelo, no tengo queja. Con el tiempo ha quedado demostrado que somos unos resistentes corredores de fondo. Es palpable, y lo digo con toda humildad, que la gente nos quiere. La gira de este año en la que aún estamos inmersos, nos está yendo fantásticamente y allí donde recalamos notamos el abrazo de la gente.
-Eso demuestra que Celtas Cortos aún mantiene su huequito en el podio de los grandes.
-Es un hecho que no somos un grupo que ha pasado por la historia de forma efímera, sino que ha dejado su huella. En ese sentido me considero suficientemente glorificado a día de hoy y afortunado de nuestra trayectoria.
-¿También los postconciertos son iguales que en los primeros años?
-Respecto a la rotura de cabeza antes y después de las actuaciones es, desde luego, otro momento. Cuando empezamos teníamos veintipocos años y no sentías la necesidad de descansar ni parar. Ahora algunos tenemos una intensa vida doméstica y la perspectiva cambia, pero eso no quita para armarla de vez en cuando cuando se apagan las luces.
-¿Cómo se puede mantener unida tanto tiempo una banda además tan amplia? Parecen un grupo de colegas sobre el escenario.
-Pues eso, siendo colegas. Así surgió la banda, como un grupo de gente muy normal, como dice la canción, con preocupaciones e inquietudes muy comunes a lo que hay en la calle. Con el tiempo hemos mantenido claridad en nuestra relación y cultivado el buen humor, algo fundamental en estos casos.
-O sea, que es posible ser compañeros de un grupo de música y sin embargo amigos.
-Doy fe de ello.
Fotografía: Jonathan Herreros