Alberto Garzón (Logroño, 1985) ha dado el paso para ser el candidato de Izquierda Unida a la Presidencia del Gobierno y refrescar la cara de una organización que, según sostiene, es la más capacitada -por encima de Podemos- para «trasformar la sociedad y disputar batallas ideológicas y culturales».
-¿Ha habido algún pacto interno ante el frenazo de IU en las encuestas para que Cayo Lara dé un paso atrás y usted otro al frente?
-Ninguno. Lo que había es un proceso de primarias previo a las europeas en el que, dentro de la normalidad democrática, he decido asumir una responsabilidad. Lo tenía pensado un poco antes, pero lo he decidido después de que Cayo anunciara de forma sorpresiva, incluso para mí, que no se presentaría.
-¿Trata IU de acomodarse al cambio generacional que hay en otras fuerzas y competir así con figuras como Sánchez o Iglesias?
-No se trata de sumarse a ninguna moda. Es verdad que hay una especie de ola de rejuvenecimiento de las organizaciones, pero eso no es parte de la tradición de IU, donde importa más el proyecto político que liderazgos individuales. En mi caso es evidente una diferencia generacional con Cayo Lara, pero también una diferencia en cuanto a la concepción del mundo. Vemos la política desde distintas perspectivas porque nuestro bagaje es distinto, aunque dentro del mismo proyecto. La regeneración democrática no pasa necesariamente por cambiar unas caras por otras más jóvenes. Es algo mucho más profundo que implica hablar de política y sobre todo, democratizar la economía.
-¿Está IU exento de corrupción y disputas intestinas?
-Cuando Cayo llega a IU la recoge con un 3,8% en las elecciones y problemas internos. Ahora mismo hay cohesión y solidez salvo en Madrid donde, hay que decirlo así, una parte de IU allí ha sido parte del sistema y copartícipe de lo sucedido por ejemplo en Caja Madrid, lo cual exige una depuración de responsabilidades. Cayo está en ello y me parece muy bien. Yo no pienso ser el candidato de una organización que tenga una sombra de corrupción. Si en IU hay corruptos o gente que por acción u omisión han dejado hacer, ya pueden salir corriendo.
-IU perdió la oportunidad de canalizar la indignación del 15M que Podemos sí ha sabido aglutinar. ¿Está a tiempo de rectificar?
-No llegamos tarde de ningún modo. Podemos e IU somos muy diferentes. Ellos son fundamentalmente una maquinaria electoral que trata de atraer votos; nosotros intentamos convencer a la gente. Trasformar la sociedad no es solo ganar elecciones, sino tener presencia en al calle, concienciar, disputar batallas ideológicas y culturales. Y eso lo puede hacer IU estupendamente porque, entre cosas, hoy es la organización con más democracia interna.
-¿Es posible aún algún acuerdo general o puntual con Podemos para las próximas elecciones?
-Todos los días me encuentro en la calle gente que me dice “uníos” y yo comparto la tradición de la izquierda de que la unidad popular es un instrumento medular para cambiar la sociedad. Podemos, sin embargo, se niega. Si no quiere unirse con nosotros ni ninguna otra fuerza serán ellos los que tengan que explicar lo que para mí es una irresponsabilidad histórica.
Fotografía: Miguel Herreros