El panorama político nacional se presenta tan incierto como fascinante. En plena ronda de encuentros de Pedro Sánchez en busca de alianzas, Pablo Simón (Arnedo, 1985) ofrece su brújula de doctor en Ciencias Políticas, profesor en la Universidad Carlos III y analista en una gavilla de tertulias de postín para caminar entre las múltiples opciones de Gobierno abiertas. Sobre un escenario donde la consigna más allá del PP es evitar volver a sacar las urnas, Simón augura que se concretará una legislatura breve pero que facilitará grandes acuerdos en asuntos capitales.
–¿Qué porcentaje de posibilidades hay que de un Gobierno presidido por Pedro Sánchez tras doce días de conversaciones?
–Ahora mismo lo fijaría en un tercio, pero podría elevarse en las próximas semanas. Todo depende de la estrategia negociadora que siga, aunque mi impresión es que hay opciones reales de alcanzar un acuerdo.
– Lo que se ha visualizado hasta ahora son más vetos y líneas rojas que consensos y manos tendidas.
–Hay tres elementos que lo explican. Por un lado, la falta de cohesión dentro de los negociadores, con el PSOE prácticamente abierto en canal y Podemos con divisiones entre sus confluencias territoriales. El segundo factor es estructural en España y está vinculado a la debilidad de las instituciones parlamentarias. Por ejemplo, en otras naciones los acuerdos nacidos del Parlamento para formar un ejecutivo tienen hasta rango de ley, facilitando así su control. Por último pesa la volatilidad del electorado. En otros países con alta fragmentación generalmente no se producen grandes cambios de una elección a otra y están acostumbrados a sentarse con los mismos contrincantes. En España, de pronto, más del 30% de votos han ido a partidos que antes ni existían. La combinación de todo ello es que los actores están siendo muy tácticos porque nadie sabe anticipar qué pasaría en caso de nuevos comicios.
–C’s apoyaría al PSOE si incluye al PP; Podemos si prescinde de C’s; ERC y CDC ofrecen una abstención que el PSOE rechaza… ¿Qué tiene Sánchez en la cabeza ante tantas variables enfrentadas?
–Mi impresión es que el PSOE tiene un plan: conformar un gobierno en minoría asegurándose el apoyo de Coalición Canaria y PNV, intentar negociar con IU-Unidad Popular y Compromís para que voten también a favor y con C”s para, como poco, recibir su abstención. Ello supone que la responsabilidad de una posible repetición electoral recae en Podemos. Y eso es lo que pretende Sánchez: poner a Iglesias contra las cuerdas y el dilema de estar obligado a votarle o cargar las culpas de tener que volver a las urnas.
–¿Queda descartada una gran coalición como propone el PP?
–Absolutamente. Y no sólo por la negativa a ello que ha reiterado el PSOE anunciado además que consultará con unas bases contrarias a esa opción, sino porque con tantos casos de corrupción en las filas del PP ahora abrasa electoralmente acercarse a los populares.
–¿Qué le queda a Rajoy más allá de insistir en que ganó el 20D y no es de recibo que tome las riendas un partido con sólo 90 diputados?
–Rajoy perdió completamente la iniciativa política desde el momento que declinó el mandato del Rey a formar gobierno. Su única esperanza es esperar que las negociaciones fracasen. Y en ese caso, forzar unas nuevas elecciones. Las encuestas dicen sin embargo que el damero no variaría tanto, con lo cual al PP solo le queda soñar que el PSOE pasara a ser la tercera fuerza. Con ello no tendría más remedio que abstenerse porque no podría votar a favor de la investidura de Iglesias como presidente. Es la única baza a la que juega Rajoy, que resulta muy arriesgada y complica al máximo su futuro.
–¿Es evitar la repetición de elecciones una prioridad para materializar el gobierno?
–Al menos, todos lo tienen en la cabeza. En una franja debajo del 15% electoral, C’s sería muy castigado en escaños sólo con perder unos votos más, de forma que hará todo lo posible para que haya un acuerdo de Gobierno. Podemos también se enfrenta a una disyuntiva. Acaricia la idea del sorpasso al PSOE, pero duda de dos cosas: si reeditaría las coaliciones territoriales en unas virtuales nuevas elecciones y ser penalizado por la izquierda como culpable de impedir desalojar al PP.
–¿Dónde queda en ese contexto la línea roja del referéndum para Cataluña que subraya Podemos?
–Podemos hace tiempo que ha borrado esa línea roja. Básicamente, porque si hubiera habido nuevas elecciones en Cataluña en marzo, la única esperanza de Colau para marcar la diferencia en campaña era el derecho a decidir. Dado que no volverán a sacarse las urnas, el referéndum ya no es tan vital y Podemos sabe que es un factor divisivo en su electorado. Muchos de quienes les votaron por ejemplo en La Rioja lo hicieron por cuestiones sociales y no pensando en Cataluña.
–¿Serán sus socios de coalición capaces de asumirlo?
–Ése es el gran reto y lo que explica por qué Iglesias está marcando un tono tan agresivo en las negociaciones. A Podemos sólo le queda una huida hacia adelante subiendo constantemente la apuesta, porque sabe que su grupo parlamentario es muy plural y con agendas distintas. Iglesias sólo puede guardar el equilibrio sobre el alambre mientras no pare.
–¿Quién se juega más en esa derivada en clave interna que tienen por lo tanto las negociaciones?
–Sánchez, porque es su única oportunidad. Podemos es una formación nueva y las contradicciones internas no limitan su continuidad. Sin embargo, la actual dirección socialista es consciente de que si no puede formar gobierno será presionado para dar un paso atrás y cambiar de candidato. Ahí también se explica el juego de los tiempos. Vaticino que las negociaciones se van a dilatar al extremo porque incentiva al PSOE e interesa a Podemos. Los primeros para trasmitir fortaleza, y el líder socialista para restar tiempo a que se organice la oposición interna.
–¿También obedece a ese fin la consulta a las bases comprometida por Pedro Sánchez?
–Totalmente. Cuando los líderes de la cúpula se ven acorralados por el aparato crítico del partido, lo que hacen es dar a voz a la militancia y generar un bypass a quien trata de desplazarles desde arriba.
–¿Pero no era un ejercicio de democracia interna?
–Ese discurso es el envoltorio del caramelo. Consultar a las bases es una estrategia de poder de manual.
–¿Qué longevidad augura a una legislatura pedregosa en un hemiciclo tan fragmentado?
–Zapatero, que rozó la mayoría absoluta en el 2008, sudaba tinta china para lograr los ocho escaños que le faltaban, así que imagínese a Sánchez con sólo 90 diputados. Presagio una legislatura corta, pero va a permitir que se aborden reformas que exigen grandes consensos.
–¿Es esa la mejor noticia del jeroglífico de las negociaciones y la incertidumbre del resultado?
–Las encuestas dicen que los españoles están relativamente satisfechos con lo que votaron el 20D y es improbable una regresión al bipartidismo. Con sus luces y sombras, tendremos que acostumbrarnos al nuevo escenario de pactos con más actores y más demora por lo tanto en las decisiones. La legislatura será corta y los cambios, más difíciles pero también muy consensuados y, por tanto, estables. La Ley de Educación, por ejemplo, lo agradecerá mucho.
Fotografía: Newsphotopress