En la película titulada ‘No hay puntada sin hilo’, Pedro Sanz hace las funciones de director sobre un guión con tres líneas argumentales: la limitación de los mandatos del presidente riojano a dos legislaturas, la reducción de 33 a 25 del número de diputados y la rebaja del techo electoral en las elecciones autonómicas del 5 al 3% siempre que la LOREG se modifique en el mismo sentido para los comicios municipales. La intriga, como era esperable, se ha desatado nada más anunciar el estreno. Sanz se resiste a aclarar lo que seguro que tiene hace tiempo más que madurado, aunque ya ha conseguido parte del objetivo soterrado que guarda la propuesta como es poner contra las cuerdas a la oposición.
Aunque el presidente haya querido capitalizar la iniciativa, la limitación de los mandatos y la mengua del hemiciclo exigen reformar el Estatuto de Autonomía por una mayoría cualificada de 2/3 de la Cámara. Sanz se ha apresurado a cargar la responsabilidad en el PSOE. “Sean valientes y generosos”, le espetó a Pablo Rubio durante el Debate del estado de la región, sin dejar pasar la oportunidad de recordar que quien tiene la capacidad para fijar la posición socialista no es el portavoz parlamentario, sino un César Luena que esa jornada estaba en el Parlamento, pero no en el escaño que está por ver si ocupará sino como parte del público. Al PR+ también le hizo un requiebro ninguneando la intervención de Legarra y dejándole sin margen de respuesta a su propuesta de reforma estatutaria.
Olvida también Sanz que el esbozo dibujado por él es, en realidad, el residuo del acercamiento mantenido en los meses previos entre Rubio y Cuevas y que, presuntamente, se quebró por la revelación de existían esas conversaciones. Seguramente, porque la posición de fuerza extrema que mantiene el PP en la Cámara le permite jugar a todas las bandas. Con 20 diputados populares, por un lado le bastaría pactar con los regionalistas (dos) para llegar a los 22 requeridos dejando de lado a las bancas socialistas. Por otro, podría llegar a un acuerdo sólo con las 11 señorías del PSOE dejando así una pátina de pacto de región y arrinconando a las siglas de Legarra que, en todos los virtuales escenarios resulta el más perjudicado en su representatividad. Si la oposición acata la propuesta, gana Sanz por liderar el paso dado; si la rechaza, también porque cargará sobre ellos a la opinión pública que ansía jibarizar altos cargos y sus prebendas.
El desenlace se antoja sugestivo. Y Sanz, el único que conoce el final, retuerce cada día trama con declaraciones que igual dicen una cosa que la contraria. Y para muestra, el último botón: “Si hoy me piden continuar, no diría que no; pero mañana no sé qué diré”. Una ambigüedad sólo comparable a la revelación de Rajoy de que quizás suba unos impuestos y baje otros.
Fotografía: Miguel Herreros