César Luena (Bobadilla, 1980) caba de afrontar el momento quizás más delicado desde su elección como secretario general del PSOE de La Rioja, en febrero del 2012. Las agrias relaciones entre la Ejecutiva regional y la de Logroño que encabezaba Inmaculada Ortega han derivado, con la anuencia de Ferraz, en la suspensión de funciones del Comité Local y la designación de una gestora justificada, a su juicio, por la obligación de mantener la unidad del partido.
-¿Qué ha desencadenado una decisión tan contundente?
-Le remito a la declaración que se hizo al respecto. Hubo una decisión democrática de los concejales de Logroño hace un año concretada en el relevo entre Vicente Urquía y Concha Arribas en la portavocía que la Ejecutiva regional apoyó y respetó, e incluso garantizó que había un respaldo final. Después, el grupo municipal ha querido hacer un cambio -la sustitución de Arribas por Domingo Dorado- porque ha valorado que la forma de hacer oposición y trabajar no eran los adecuados. A partir de ahí nos hemos encontrado con una serie de reacciones, declaraciones y actuaciones absolutamente desproporcionados por parte del Comité Local del Logroño. Eso generaba inestabilidad, fractura y división y no voy a permitir ninguna de esas tres cosas.
-Ya habían existido diferencias, como en el caso de la casa del pueblo que el Comité de Logroño aprobó y su dirección rechazó, y no concluyeron tan drásticamente.
-Esos son sus adjetivos, pero yo no calificaría el asunto de drástico…
-…en toda la historia del PSOE sólo se había recurrido a una gestora en los casos de Haro y Ezcaray.
-No es habitual, pero tampoco algo ajeno a la cultura y las normas del partido. En cualquier caso, le reitero: hubo una decisión democrática, que se puede discutir pero que no admite las actuaciones incorrectas que han habido y, sobre todo, el foco de inestabilidad y fractura que podría generarse a partir de ahí. Mi obligación es velar primero por el proyecto que defiende los intereses generales de la mayoría. Pero es que, además, tengo que garantizar también la unidad del partido, y para eso había que tomar esta decisión.
-¿Incluyen esas “actuaciones incorrectas” los expedientes que al parecer pretendían incoarse a cuatro ediles por la Ejecutiva Local?
-Han sido muchas cosas. Cuando en lugar de hablar y entenderse con un grupo municipal en lo que se está pensando es en convocar a los militantes para visualizar una división y un enfrentamiento… Puedo entender que haya posiciones distintas de cualquiera de las 43 agrupaciones con la dirección del partido, pero si solo se quiere escenificar eso no me parece adecuado cuando, además, el grupo municipal ha tomado una decisión democrática, ajustada a las normas e irreprochable.
-Tan democrática como la elección en su día de Ortega como secretaria general en Logroño.
-El asunto es que una se ha querido imponer a la otra. Son legitimidades compatibles, y es la comisión ejecutiva municipal quien la ha querido hacerlas incompatibles.
-Se le acusa de actuar dictatorialmente, de dar un golpe de mano…
-Los límites se habían sobrepasado de cabo a rabo. Si analiza lo que se ha dicho y sigue diciéndose en ese vomitorio de ansiedades que son a veces las redes sociales verá que íbamos a un escenario de enfrentamiento. Yo vine aquí a cambiar primero el partido y luego La Rioja, pero a veces eso obtiene resistencias y miedos. La única autoridad que tengo es la democrática tras ganar un congreso en el que antiguos adversarios sólo se pusieron de acuerdo en que no hubiera cambio, y debo ejercerla para velar por el partido.
-Tras aquel congreso regional se logró integrar a Alonso y Lacalzada. ¿Por qué no ha sido posible con la Ejecutiva Local de Ortega?
-Que le quede claro. Aquí no hay un conflicto entre la Ejecutiva de La Rioja y la de Logroño, sino un caso puntual ante el cual la dirección regional ha actuado como debía.
-Insisto, ¿por qué no se han reconducido las posibles divergencias?
-La respuesta a esa pregunta la tienen otras personas. Desde el principio existió un choque con el grupo municipal, a mi juicio innecesario, que nos ha llevado hasta aquí. Y luego hubo una obsesión por diferenciarse, posiblemente en pago a los apoyos recibidos, que no ha ayudado en nada a mejorar el clima.
-¿Teme que la imagen exterior se deteriore y el partido pague electoralmente el barullo y la división?
-Quien tiene barullo y división es el PP. Cuando se pongan a decidir el sucesor de Pedro Sanz, no le quiero ni decir la que se va a montar. Es él quien no ha dicho ni mu sobre Caja Rioja ni su chalé y ahora también calla sobre una trama de financiación ilegal, el apunte de 200.000 euros en las cuentas de Bárcenas, Lapuerta… El nuevo PSOE tiene un proyecto progresista lleno de propuestas, guiado por el interés general y a lo mejor soy yo el que está pagando esa forma de ver el partido.
Fotografía: Juan Marín