Las quinielas le situaban como una de las pocas consejeras de Pedro Sanz que continuarían en el Ejecutivo de José Ignacio Ceniceros. Las previsiones se frustraron, aunque el futuro reservaba a Concepción Arruga (Logroño, 1965) la responsabilidad de manejar la portavocía de una Cámara sin mayoría absoluta.
–¿Cómo se entiende que usted sea la nueva portavoz cuando ya había dos adjuntos?
–Una vez que Carlos Cuevas dejaba de ser portavoz se eligió uno nuevo, sin más. El reglamento no establece que deban serlo necesariamente alguno de los adjuntos.
–¿Y qué ha pesado para elegirle?
–Supongo que mi trayectoria profesional, el bagaje político, la gestión desde el 2003 en el Gobierno en áreas como empleo, comercio, relaciones laborales, industria, hacienda o administraciones públicas y haber sido ya diputada.
–El hecho es que después de que Ceniceros no contara con usted para el nuevo gobierno regional había quedado ‘descolgada’.
–Yo entré a formar parte de un equipo con el presidente Pedro Sanz en el que trabajé intensamente y muy a gusto. Ese proyecto acabó y arrancó otro con personas de confianza de quien lo lidera. Eso es todo. Siempre he dicho que la política es un trabajo temporal en la que tú eres un empleado eventual.
–¿Significa eso que Ceniceros no confía en usted? Algunos consejeros continuaron en el Ejecutivo y muchos creían que usted también encajaba en ese nuevo tiempo.
–Eso lo dice usted, no yo. Puede dar las vueltas que quiera al argumento, pero lo cierto en que he tenido muy buena relación con José Ignacio mientras fue presidente del Parlamento y la sigo teniendo.
–De las tres liberaciones que corresponden al PP (además del portavoz) el partido le atribuyó una al inicio de legislatura ¿Ha sido una manera de ‘pagarle’ hasta otorgarle ahora la portavocía?
–Me parece una interpretación cuando menos excesiva. Antes de entrar en el Gobierno trabajé en la UR, tenía mi despacho profesional, colaboraba en la Fundación de la Universidad… Le aseguro que mis ingresos eran muy superiores a los que he tenido en la política.
–¿Qué estrategia se ha fijado ahora que el PP pende del voto de C’s?
–El proyecto del PP es el mismo porque es el mejor para La Rioja. Y basta ver cómo estaba la comunidad en 1995 y cómo está ahora. Sin embargo, la situación política ha cambiado no sólo no sólo en La Rioja sino en España y eso obliga a una actividad parlamentaria en permanente diálogo. El objetivo es buscar el máximo grado de consenso para adoptar las políticas públicas que más beneficien a los riojanos.
–¿Cómo es posible una mutación tan brusca del ‘rodillo’ de la mayoría absoluta durante 20 años a la apelación constante al diálogo?
–No es que haya habido ningún cambio brusco, sino que la actitud de la oposición no tienen nada que ver con la de otras legislaturas. En los años que llevo en el hemiciclo he llegado a ver situaciones hasta de provocación y negativa sistemática al acuerdo.
–¿Ni una pizca de autocrítica?
–Por supuesto que habremos hecho cosas mal. El único que no hace nada mal es que el no hace nada. Y cuanto más haces, más riesgo tienes de equivocarte. Si hay que pedir perdón, se pide. No pasa nada.
–¿Forma usted parte del proceso de renovación de rostros que el partido parece estar operando?
–Quizás los periodistas tengan una visión más singular al respecto, pero desde luego no ha habido un casting de caras ni nada parecido. El PP es un partido grande con mucha disponibilidad de personas que siempre busca a las que más pueden aportar en un momento determinado.
–Sobre algunos disponibles pesa la sombra de los 200.000 euros de los “papeles” de Bárcenas.
–Yo no tengo nada reprochable. Y si fuera así sería la primera en dar un paso atrás antes de perjudicar un proyecto en el que creo de verdad.
Fotografía: Justo Rodríguez