Si la crisis no le ha arrojado a la sima del paro y tiene la suerte de engrosar ese evanescente ente denominado población ocupada, conteste a la siguiente pregunta: ¿trabaja mucho? Desde aquí puedo ver cómo asiente con energía. El cuestionario que le propongo adjunta otra interrogante: ¿está bien pagado por su tarea? Por supuesto que no, claro. Sus contestaciones acaban de confirmarle como ser humano. Un espécimen prototípico de la casta del currante que se desloma para llegar a fin de mes, diluyendo el agrio sabor de la frustración con la esperanza de que un día pueda lograr una plácida silla de funcionario. O al menos, de interino.
Le informo de que sus respuestas y sus sensaciones son comunes a las de cualquier parlamentario nacional. También ellos, desde la frialdad del escaño en Madrid, creen que su agenda es agotadora y el dinero que perciben una compensación justa, nunca un privilegio. Que su función excede la encomienda de apretar un botón y seguir mansamente las directrices del partido que le ha colocado ahí por razones de fidelidad. ¿Por qué entonces el resto del mundo piensa lo contrario? ¿Es la ampliación a enero y julio de las sesiones plenarias una necesidad o un lavado de cara? Como le espetarán que la imagen del parlamentario está distorsionada y su
labor incomprendida , a usted sólo le resta responder la última pregunta:
¿sería capaz de nombrar a los nueve diputados y senadores riojanos?
No le oigo. ¿Ha dicho algo? ¿Sigue usted ahí? Eeeeeeoooooo