Esta campaña han coincidido dos cabezas de lista del PSOE a la Presidencia de La Rioja. No lo digo yo, sino los carteles que cuelgan por las farolas o empapelan las paredes de toda la región. Está el Martínez Aldama de cabellera azabache y una rotunda raya a la izquierda, y el Martínez Aldama de pelo entrecanoso que lleva un corte más desenfadado. Está el Martínez Aldama que hasta ahora vestía trajes una talla mayor con camisas abolsadas y apretadas en los puños, y el Martínez Aldama con americanas de coderas y camisas entalladas. Está el Martínez Aldama que a veces se denomina Martínez-Aldama (esos gestos de grandilocuencia de los que tampoco escapan contrarios como María Dolores Cospedal que en ocasiones es De Cospedal) y el Martínez Aldama que es llanamente Kiko. El Martínez Aldama que se enorgullece de ser el único candidato de toda España que repite por tercera vez, y el Martínez Aldama que adquirió el reto de pasar por la travesía del desierto riojano para subir al ring con el omnipresente Sanz cuando en el PSOE nadie quería dar un paso al frente. Está el Martínez Aldama que tiene colgado en su despacho una fotografía junto a un casi imberbe (como él entonces) José Luis Rodríguez Zapatero, y el Martínez Aldama que ha esquivado durante la campaña el nombre del que tanto adoró para que su lastre no le arrastre ahora consigo. Está el Martínez Aldama que acusa de inmovilismo al PP y apenas ha introducido grandes figuras de refresco en su lista autónomica.

Está el Kiko que exuda optimismo y siempre mira la botella (o la encuesta) medio llena, y el Francisco Martínez Aldama que espera a la noche del domingo para saber si su futuro está en La Rioja o tomará rumbo a Madrid en pago a los servicios prestados en una plaza donde en los carteles hay uno que parecen dos.

Fotografías: Justo Rodríguez