La espina dorsal de la campaña que desplegó el PSOE de Logroño se sustentaba en el aval de una gestión más que aseada a pesar de la crisis y en la figura de Tomás Santos. Todos repitieron hasta la saciedad (desde Bono hasta Rubalcaba, los dos únicos pesos pesados de verdad que el partido envió por estas tierras) que Tomás es una buena persona. El mensaje llevaba implícito dos lecturas: que el resto de los aspirantes a la Alcaldía no eran tan bondadosos y Logroño, aunque ciudad, sigue fiel a su espíritu rural en el que todos nos conocemos y a quien se entrega la papeleta realmente es a una persona y no a unas siglas.
Por eso, su marcha deja un sabor agridulce. Hay quienes entienden su decisión de anunciar, la misma noche electoral, que no recogerá su acta de concejal. Después del mandato vivido (¿o sufrido al lado de un PR que se ha arrogado los triunfos y ha echado al PSOE la carga de esculturas ausentes y Logroños turismos?) su marcha es el premio a un hombre agradable, pausado, cercano que estos cuatro años sería aseteado por Gamarra y compañía desde las bancas del Gobierno municipal que ahora deben desalojar. Argumentan, además, que tiene el futuro garantizado con unos cuantos meses en el banco para jubilarse luego en los montes de Torrecilla cogiendo boletus y estando con la gente, que es lo que le gusta.
Sin embargo, hay otras voces que califican de cobarde su postura. “Yo le voté a él, no Pilar Criado, ni a Vicente Urquía, ni al resto de los que iban en una lista que ni conozco”, se lamentaba ayer ante mí en mitad de El Espolón un afiliado no sé si frustrado o profundamente cabreado. Una coyuntura que, seguramente sin pretenderlo, afeó el también derrotado en la Comunidad Autónoma Francisco Martínez Aldama, que después de que Tomás anunciara que no tomará posesión anunció que él sí que se sentará en su escaño del Parlamento porque “no vamos a salir corriendo” y sentía el aliento de los cientos de socialistas que le han votado. ¿Significa eso que Santos ha salido corriendo o no sentía el respaldo de los miles de papeletas que han confiado en él y el rostro que colgaba en los carteles electores en toda la ciudad?
La decisión, en cualquier caso, está tomada. Al menos, al partido le queda la garantía que no hará como su predecesor y dentro de cuatro años no volverá de su retiro para formar un partido propio que, bien podría denominarse ‘Todos los Santos’ (TLS).