Aún está por saber si Conrado Escobar tiene lo que quiere o lo que Sanz ha querido que quiera. Su inopinada salida del Gobierno hizo que algunos le señalaran como el gran damnificado de la remodelación, aunque esos mismos vaticinaban (vaticinábamos) que su marcha no sería un adiós sino un hasta pronto. Tan pronto, que la primera decisión de calado del nuevo Parlamento, la designación del senador autonómico, le ha señalado a él como el elegido. Quizás Escobar no tenga en esta nueva etapa la satisfacción de ver un día sí y otro también su fotografía en la prensa como consejero ni disfrutar de las transferencias de Justicia que tanto ha costado acordar pero, al menos, ahora vuelve a lucir la consideración de Excelentísimo que ya tenía desde que ocupó el cargo de senador autonómico entre 1999 y el 2003.
En sus primeras palabras como tal, Conrado no se ha desecho, como suele ser costumbre cada vez más extendido, en loas empalagosas hacia el partido y a Pedro Sanz. El nombre que ha mentado con más profusión al sido el de su predecesor. Un Carlos Cuevas al que ha tachado de excelente político, trabajador, generoso. “Buena gente”, ha resumido.
Más significativo ha sido si cabe el beneplácito que ha recibido de los portavoces parlamentarios. Todos, incluso el del PSOE que ha votado en blanco a su designación, han reconocido su buen talante y su predisposición al diálogo, unas virtudes que según han apuntado favorecerán su labor en la Cámara Alta. Los valores que, quizás, han hecho que su nombre quede borrado (sólo momentáneamente) de la carrera sucesoria si es que, algún siglo de estos, se plantea esa carrera.
Fotografía: Sanz saluda a Escobar en presencia de Del Río durante la toma de posesión del presidente en San Millán de la Cogolla (Díaz Uriel)