El interés durante la noche electoral en el Círculo Logroñés no residió en el triunfo del PP, sino en la hondura del hoyo en el que caía el PSOE. Conscientes de antemano de una victoria abrumadora, las webs más consultadas de las que iban escupiendo el escrutinio eran las que se centraban en los porcentajes socialistas. Y, algunos, hilando más fino, en el resultado cosechado por Aldama en unas listas abiertas que le respaldaban en La Rioja aunque le daban la espalda en una plaza tan trascendental como Logroño.
En esa rutina, la valoración de Pedro Sanz escoltado por los candidatos presentes –los alcaldes de Calahorra y Arnedo comparecieron en sus respectivas localidades, restando así protagonismo a Juan Antonio Abad como simbólico tercer diputado- siguió el mismo tono de contención que otras circunstancias u otro tiempo hubiera sido euforia desatada. Ni siquiera se molestó excesivamente en echar sal a la herida socialista, que despachó con un “el PSOE debe reflexionar”.
El tono casi institucional de ese primer mensaje en la noche electoral apelando al trabajo más que al jolgorio se salvó, como siempre, con un pequeño detalle. Y fue la llamada de Sanz a que una persona se sumara a la foto de familia que estampa el mayor triunfo del PP en la historia riojana. Ahí estaba la alcaldesa de Logroño. Ahí tampoco faltaban Conrado Escobar, Alberto Bretón, Concepción Bravo, Francisca Mendiola y Carmen Duque. Ahí quedaba un hueco para el que ha estado en la sombra durante toda la campaña y, como para subrayarlo, al encenderse los focos se mantuvo en una esquina hasta que Pedro Sanz le llamó a reunirse con ellos: la persona que ha soportado todo el “duro e ingrato peso” de la campaña como coordinador, tal y como lo hizo el propio Sanz en sus tiempos. “¿Carlos Cuevas: dónde estás?”, preguntó afinando la vista. Y Cuevas Cuevas salió a la luz.
Fotografía: Juan Marín
Sanz, junto a los candidatos y Carlos Cuevas, durante su comparecencia ante los medios durante la noche electoral del 20-N