En la Sala Enrique Casas, emplazada en la tercera planta del rancio edificio del Senado, una gavilla de cámaras y micrófonos apunta hacia el atril. Es el lugar elegido para que un puñado de los presidentes autonómicos ofrezca sus impresiones tras el encuentro celebrado con sus homólogos y el propio Rajoy. Abre el turno de intervenciones Patxi López: “Queda demostrado que las autonomías no somos el problema, sino parte de la solución”. Otro par de titulares manidos, un puñado de preguntas de recurso y cambio de turno.
Mientras el lehendakari abandona el lugar por un la parte izquierda del estrado, por la derecha aparece Pedro Sanz. “Queda demostrado que las autonomías no somos el problema…”. Ambos mandatarios, a quienes les distancia desde la posición en el blindaje del Concierto hasta la atención sanitaria de los alaveses en el San Pedro, no llegan a mirarse. Ni siquiera se paran públicamente para fijar la fecha de esa visita siempre anunciada y nunca materializadaque prometieron cuando el PNV salió del poder. Sin embargo, las palabras de uno son el reflejo de las del otro.
La Conferencia de Presidentes logró la fotografía y la declaración institucional querida. Aunque fuera impostada. A pesar de haber aparcado los efluvios soberanistas y las exigencias presupuestarias que un cuarto de hora antes habían proclamado muchos de los participantes. Como si los presidentes tuvieran pinchada en la gramola un disco en sus propios territorios y hubieran puesto la cara B de su discurso en el Senado, la imagen de fraternidad deja una duda: ¿hasta cuándo aguantará esa aparente unidad?
Pero la cumbre deja otras peculiaridades. Sin ir más lejos, el tono de la reunión. La tensión latente en todas las celebradas durante el Gobierno de Zapatero (con filtraciones por los pasillos, Esperanza Aguirre como general de campo y denuncias de presuntas grabaciones impropias incluidas) se tornó el martes rutina. Las comunidades del PP ya no son el ariete para chocar contra La Moncloa ocupada por otros que al final se sacaba de la manga unas partidas para esta u otra política para forzar el acuerdo. Y el PSOE, con un poder territorial mínimo, tampoco está para muchas razzias contra el poder central cuando los suyos también hacen cabriolas para pagar las nóminas a final de mes.
Tras Patxi López y Pedro Sanz, el presidente de Canarias tomó la palabra en la sala Enrique Casas: “Queda demostrado que las autonomías …”, se oía desde los pasillos decir a Paulino Rivero.
Fotografía: Emilio Naranjo (EFE)