Cuando a partir de ahora vea al presidente del Gobierno regional, alguno de los diez consejeros, los más de treinta directores generales y toda la pléyade de secretarios generales técnicos y subdirectores le parecerán los de siempre, pero no son iguales. Un efecto óptico similar puede que le provoquen el presidente del Parlamento, los portavoces del PP, PSOE y PR, los diputados liberados, los responsables de las diferentes comisiones y otros inquilinos de los escaños.
Son los mismos, pero sus nóminas no. Se han subido el sueldo. Técnicamente, han consensuado homologar las retribuciones del Gobierno regional al del central incluyendo en la proposición de Ley que lo recoge mejoras en las asignaciones parlamentarias. Y todo ello, con el argumento básico de la transparencia pública y la dignificación de la actividad política.
La medida, sin embargo, casa mal con ambas justificaciones. Así como el acuerdo previo que mejoraba ya sustancialmente el dinero concedido a los grupos de la Cámara se adoptó en julio sin excesivo ruido cuando muchos hacían las maletas para ir de vacaciones, la normativa ahora aprobada ha llegado en un fugaz pleno en vísperas de San Mateo. Aunque la actividad parlamentaria tras el verano arranca oficiosamente con el clásico Debate del Estado de la Región, esta vez ha sido este asunto el que se ha colado entre el barullo festivo y el disparo del cohete político previo a las elecciones generales del 2008.
El pretexto de la dignificación y la anorexia retributiva tampoco cuadra. ¿Es que sólo llegaban a ocupar altos cargos los profesionales que no encontraban hueco en la jugosa empresa privada? ¿Los políticos riojanos serán ahora mejores que hace un mes por ganar más?
Todo ha sido posible por la unanimidad de los mismos partidos que muestran su contumaz incapacidad de llegar al consenso en temas vistales de región. Los mismos que el pasado 27-M no avisaron en ningún mitin que pactarían con el contrario ganar más a final de mes.