Pesadilla de una noche de verano (II). El consentimiento.
Él tenía treinta y pocos y ella ventimuchos. Los dos mileniales sin compromiso, digitales adictos y practicantes del carpe diem coincidieron aquella noche en un antro de moda donde verse era casi tan difícil como oírse pero solo buscaban marcha y después de la tercera copa la encontraron. Intercambiaron tonterías, se morrearon un poco y […]