UNO de los chicos riojanos que este mes, tan propicio a los cursos de idiomas, se ha ido a mejorar su inglés es mi hijo mayor. Lector entusiasta junto a mi santo (alicaído estos días por su marcha) de Pérez Reverte, me cuenta precisamente en uno de sus correos electrónicos que están los ingleses celebrando por todo lo alto el aniversario de la batalla de Trafalgar. Aquí ha pasado por los telediarios en unas imágenes aéreas con un montón de barcos de casi 40 países o naciones (ya no estoy muy segura de cómo hay que llamarlas), incluidas las vencidas España y Francia.
La verdad es que me causa cierta envidia ver cómo reivindican su pasado, con sus luces y sus sombras, con sus victorias y con sus derrotas, pero suyo. En este país, en cambio, sólo lo utilizamos para tirárnoslo a la cabeza. Pero debemos ser conscientes que únicamente desde un pasado común se puede vivir un presente y construir un futuro común. Es admirable ver cómo los ingleses conservan su orgullo de nación y sus señas de identidad sin complejos. Utilizan sus pesos y medidas, pagan en libras, conducen por la izquierda y a sus antiguos territorios de la Commonwealth los consideran como hermanos gemelos; y todo ello estando dentro de la Unión Europea, a la que ahora parece encima que tienen que arreglar y dar una salida a la crisis.
Siendo, como somos, una de las naciones más antigua y más plural del mundo, parece que vamos pidiendo perdón por cada rincón de la historia. Este sitio llamado España tiene una historia rica, variada, llena de desgracias y de cosas también hermosas y luminosas. Leía estos días que los ingleses no pedirían perdón nunca por descubrir y colonizar América, que a la mejor plaza de Londres la llamarían Lepanto (en el año de Cervantes nunca mejor dicho) y que harían de nuestros navegantes y descubridores una asignatura obligatoria.
Ahora que hemos decidido no enseñar historia a nuestros hijos, una manera de que tengan autoestima y orgullo patrio es que salgan a otros países. El mío tenía que explicar estos días que el escudo de la bandera de España no es el toro de Osborne. Y es que a falta de una historia y de una bandera que lucir sin complejos, siempre nos quedará la liga de fútbol, el gordo de navidad, el Corte Inglés y el toro de Osborne.