“El tinto de veraaano, la coca-cooooola, el aguiiiita, la pipa, la papa, el mojiiito, la oferrrta, la oferrrta, la oferrrta…”, el hombre va vociferando su mercancía por la playa, es el único que va vestido, mientras tira afanosamente del carrito en el que lleva las bebidas, sorteando con pericia a los niños que corretean por la orilla y a los cuerpos desparramados en las toallas. Escenas de playa en agosto.
“El Corte Inglés de la playa” grita otro para anunciar su presencia. No haría falta que vocease nada. Se le ve venir, una masa amontonada de más de dos metros de altura, un carromato oruga que se va desplazando por la arena, atestado de sombrillas, tumbonas, balones, toallas, variados sombreros, pareos, colchonetas, flotadores, cubos, palas y rastrillos, todo tipo de objetos imaginables para la playa se acumulan en un equilibrio milagroso. Parece imposible que tantas cosas se apilen, mientras el artilugio se mueve lentamente. Unas letras blancas, escritas con rotulador, sobre una cartulina verde en un lateral lo anuncia: “Court English Beach”.
Carteles en las farolas y sobre la tapia de algún solar, bajo el lema de “BlaBlaMar” acompañado de un teléfono, el siguiente texto: “¿Quieres darte un chapuzón barato mientras ves la costa a lo lejos? ¿Quieres salir por la noche a pescar en alta mar? Pues llama a BlaBlaMar”. La versión marítima del BlaBlaCar, el servicio de coches a través de internet que permite compartir los gastos de un viaje a un mismo sitio.
Sobre la barandilla de paseo de madera que lleva a la playa, un surtido de toallas y telas exóticas, mientras el vendedor grita “aliquindoi, aliquindoi con lo que traigo”. Pongo la radio y escucho también en el anuncio de una tienda local “aliquindoi con las rebajas”. ¿Aliquindoi? ¿Qué es eso? Me cuenta mi amiga Beatriz que significa “estar al loro, estar atento, estar vigilante”, equivale a decir “ojo con las telas que vendo” o “no te pierdas las rebajas”. Pero lo bueno es de dónde viene la palabreja. Cuando llegaban los marineros ingleses a los puertos del sur de España, les gritaban a los estibadores españoles “look and do it”, “mirad y hacedlo”, es decir, “tened cuidado”. A partir de ahí, al juntar las palabras y pronunciarlas con rapidez acaba derivando en “aliquindoi”.
Termina agosto pero quedan las escenas de playa, el eco de “la oferrrrta, la oferrrta, la oferrrrta”, “el Court English Beach” y “aliquindoi”. Acaban las vacaciones, fin del relax y hay que espabilar. Ahora lo que toca es estar aliquindoi.