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Mayte Ciriza

Que quede entre nosotros

En compañía

Me contaba un amigo médico que una parte no pequeña de las personas mayores que van a la consulta de atención primaria cada mañana con sus achaques, dolor de espalda, mareos, dolor de cabeza, molestias de estómago o debilidad en general, cuando les hace las pruebas correspondientes, no encuentra nada especial. Al fijarse un poco más en las características de estas personas se dio cuenta de que casi todas vivían solas. Personas mayores habitualmente, solas, con poca vida social y que tenían a sus hijos y nietos lejos y los veían muy poco.

Nos fijamos en los síntomas pero no en la causa. Y la soledad es el origen de muchos de los males de quienes la sufren. Las personas que viven y se sienten solas suelen padecer tristeza, angustia, apatía, falta de autoestima y depresión. Y tienen también más problemas de salud física, niveles más altos de colesterol e hipertensión. Además de que todo esto hace que tengan menos esperanza de vida, supone un alto coste económico para las arcas públicas.

No se trata de la soledad elegida, sino del que no tiene con quién hablar, con quién compartir su tiempo, lo que piensa, lo que hace o lo que siente. Ya escribió Machado que un corazón solitario no es un corazón. Esta soledad negativa, no elegida, es una enfermedad crónica más y hay que tratarla antes de que quienes la sufren vayan el centro de salud a ver a su médico de atención primaria, con las consecuencias. De esto se han dado cuenta ya en el Reino Unido, donde la Primera Ministra, Theresa May, ha nombrado una Ministra de la Soledad, para solucionar un problema que May ha calificado como “la triste realidad de la vida moderna”.

Los ingleses han reconocido que la soledad es un problema nacional que afecta a nueve millones de personas en su país. Como cada vez hay más gente mayor, cada vez va a haber más gente solitaria. En la Unión Europea hay 87 millones de personas mayores de 65 años y para 2060 habrá 150 millones, que supone alrededor de un 30% de la población. Y la mayor parte de ellos vivirán solos.

Es paradójico que en los países del sur la gente se siente más sola que en los del norte. Y es que la soledad está unida a la economía. Cuanto más renta se tiene, menos solo se siente uno. Hay un vínculo muy fuerte entre pobreza y soledad. También en nuestro país es un problema social, con un alto coste económico. Hay ONGs y voluntarios que se enfrentan con mucho mérito a este problema, pero esto no es suficiente, hay que llevar a cabo políticas públicas antes de que esto vaya a más.

Relacionarnos y estar con otras personas mejora nuestra calidad de vida. No se trata de tener, como dice la canción, un millón de amigos, pero la vida es más plena y más saludable cuando se vive en compañía.soledad

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Por Mayte CIRIZA

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