Los que me seguís ya vais viendo el estilo de este blog… así que es desde ahí desde donde quiero escribir algo sobre las elecciones del próximo día 20… orientado, por tanto, a abrir cuestionamientos sobre nosotros mismos.
Reflexionar, dice Fernando Colina, es repetir una serie de preguntas y avanzar alguna respuesta apropiada sobre qué he hecho, bajo qué ideales, con qué repercusión social, qué secretas intenciones guardo, qué víctimas causé y de qué manera cuido el encanto personal.
¿Nos gustaría que hicieran esto los políticos, verdad? Aunque… espera un segundo… ¿acaso lo hacemos nosotros?
Vivimos en la cultura de la prisa, de la no reflexión; donde el tener sustituye al ser, el imitar al descubrirse y construirse único; donde el cuidarse alude al físico y a la salud, ignorando el cultivo del alma; y donde buscamos que decidan por nosotros, incluso en terapia.
Sigamos un poco más: A lo largo de la historia, el poder ha estado plagado de psicopatillas (personajes a quien les mola el poder y para quienes el otro es un medio para un fin)… porque al resto, las dudas, reparos y demás, nos gastan energías y nos dificultan el ascenso. Así una manera de que alguien con buena voluntad suba, a veces implica que se psicopatice un poco (lo cual no es necesariamente malo pues, por ejemplo, a un cirujano le puede ayudar a hacer mejor su labor), y/o se auto-lave el cerebro y/o cierre los ojos inconscientemente a determinadas realidades y se deje alienar por el grupo.
Soy defensora, por tanto, de la transformación individual para mejorar lo social. Si no, por supuesto que hay avances, pero tengo la sensación de que en lo profundo se repite la historia una y otra vez (sólo un detalle: no os habéis preguntado nunca cómo es posible que hayamos avanzado tanto en lo tecnológico y tan poco en lo humano?)
Por otra parte, yo soy de los que opinan que cambia más el mundo donde ponga mi dinero que donde ponga mi voto (ejemplo, qué pasaría si todos dejásemos de comprar ropa fabricada por niños?). Y hay decisiones en el día a día que pueden influir mucho más en el devenir social pero que nos buscamos mil escusas para eludir nuestra responsabilidad individual (¿hasta qué punto exijo al político lo que yo, a mi escala, no hago?).
Pero todo esto requiere una ardua aventura de auto-conocimiento… para evitar por ejemplo, fanatismos, o ponernos orejeras, o que el grupo nos maneje (lectura obligada al respecto: El animal social de Aronson). Hay que “ver” cuanto más mejor (aunque genere angustia ¡que la genera!); considerar en mi acción desde dónde la hago y cuestionarla desde la ética; y buscar lo que me remueve para no acomodarme en mi “verdad”.
Y yo a un político le pediría además un serio conocimiento de lo humano a nivel social; una apertura auténtica a escuchar lo discordante y a reflexionar a partir de ello; y un continuo estudio para siempre tender a la mejora. Por eso, admiro a quien reconoce sus errores y se pone manos a la obra a solucionarlos con voluntad, inteligencia, flexibilidad y apertura.
Éste es mi ideal! No pido ná, eh? ;) Lo sé… pero quiero pensar que algún día exista suficiente “masa crítica” de gente responsable de sus actos para encaminarnos hacia él.
Hasta entonces, el día 20 elegiré el menos malo de las opciones según mi criterio en ese momento y seguiré con lo más importante para mí: qué hago yo con cada día de mi vida. Saluditos, navegantes!
***Mercedes García-Laso, tu psicólogo en Logroño, FB, Tw y Ln | Encuentra el tema que te interesa en índice de todos los Minimapas para Tormentas***