Cuando me llega una persona a la que de repente una depresión, unos síntomas obsesivos etc, le tuercen la vida… (GarcíaLaso, Psicólogo Logroño)
Un gran barco robusto que ha resistido terribles tormentas, se puede ir a pique si algo le da en su línea de flotación. Esto nos pasa a los humanos y cada uno tenemos una “línea” diferente: así unos resisten presiones en el trabajo increíbles y de repente se hunden por un desamor; otros, de forma incomprensible para su entorno, hacen aguas por un ascenso, etc, etc, etc. Es decir, no es la magnitud del proyectil lo que me hace enfermar sino que me dé justo en mi particular línea de flotación.
Ésta es una de las metáforas que suelo utilizar cuando me llega una persona a consulta que hasta determinada edad ha estado bien, llevando una vida normal, y de repente algo importante o una aparente tontería le tuerce la vida con una depresión, unos síntomas obsesivos u cualquier otra forma de padecimiento psíquico.
En ese momento la Caja de Pandora se abre. Y a veces es relativamente sencillo bajarle la tapa con un poco de medicación, por ejemplo. Pero no está cerrada, sólo parece cerrada, con lo que con un estímulo mucho más ligero que el primero, se vuelve a abrir y aparece una “recaída”. Por eso, en psicoterapia aprendemos, entre otras cosas y con delicadeza, a conocer y a manejar a los fantasmas que tanto tiempo habían permanecido encerrados en la Caja. Así nos afectarán menos (pasando de ser monstruosos a ser fantasmitas tipo Casper) e incluso nos pueden enseñar tesoros que también habían quedado ocultos junto a ellos.
Por último, a veces también se pueden entender este tipo de situaciones, como que hasta ese momento hemos tirado para delante, hemos sobrevivido, hemos llegado a donde hemos llegado, gracias a ir escondiendo sufrimientos y demás bajo la alfombra. Y esto lo vemos, por ejemplo, en personas con infancias duras que han luchado mucho para construirse, y/o construir para sus hijos, un futuro mejor: el hacer les ha servido para escalar y también para esconder lo que no querían ver o sentir. Lo que pasa es que llega un momento que ya no cabe más bajo la alfombra (y no nos sirve lo que hasta ahora nos servía). O hay tanto bulto, que nos tropezamos una y otra vez sin entender qué ocurre. O directamente, por los gases que se van formando acumulados, explota el asunto. Y toca entonces hacer una “limpieza general”.
***Mercedes García-Laso, tu psicólogo en Logroño, FB, Tw y Ln | Encuentra el tema que te interesa en índice de todos los Minimapas para Tormentas***