Tras los San Mateos y con el inicio ya definitivo del curso, varias personas me han hecho esta pregunta. Parece entonces que, en estas fechas, os ronda a muchos por la cabeza. Así que aquí tenéis mis reflexiones al respecto;)
Preguntar si sirve la psico-terapia es como preguntar si sirve la fisio-terapia… pues… depende.
Si tengo dolores de espalda puedo, por ejemplo, ir a darme un masaje, o iniciar un tratamiento para corregir posturas y fortalecer músculos, o no hacer nada. En la mayoría de los casos sabemos por experiencia que no se curará del todo pero que la mejoría depende fundamentalmente del interés que uno tenga en ello.
Existen importantes diferencias entre estas dos disciplinas, por supuesto. Sin embargo me gusta utilizar esta comparación para comenzar a responder a esta susodicha pregunta del título.
Por experiencia personal y profesional sé que la psicoterapia sirve y cada día ven la luz más y más estudios que avalan su eficiencia (ojo, que he elegido a propósito esta palabra). El problema es su descrédito generalizado impulsado por la cultura donde vivimos y nuestras resistencias internas al cambio. Preferimos, y el sistema también, tomar una pastillica y seguir en nuestra rueda de hámster.
En este blog sabéis que no entro en profundidades así que sólo os dejo tres preguntas: 1ª, ¿sabíais que la industria farmacéutica es la segunda más poderosa del mundo (la primera, la armamentística)?; 2ª, los grandes avances de la humanidad nacen del crear a partir del sufrimiento ¿interesa esto al sistema productivo en el que vivimos?; Y 3ª, ¿por qué ahora nos gastamos el dinero en brackets dentales por estética y no en construirnos un vivir mejor?
En esta última pregunta se ve claramente como lo social y lo intra-personal están íntimamente unidos en esto de no ir a un terapeuta. Me centraré, no obstante, en lo segundo.
Todos tenemos miedos internos, camuflados bajo todo tipo de argumentos, a asumir la responsabilidad sobre nuestro sufrimiento y aventurarnos fuera de nuestra zona de confort, en busca de un gestionar la vida de manera más saludable.
(Nota: La zona de confort es la forma particular en que cada uno ve, siente y se relaciona con la “realidad” –y que la mayoría de las veces de “confort”· no tiene nada pero ahí nos quedamos siguiendo el refrán “más vale malo conocido, que bueno por conocer”).
Es cierto, que el asunto es mucho más complicado y se entremezclan prejuicios sociales con la enorme dificultad que nos supone a la mayoría pedir ayuda, pero en mi opinión en el meollo está el miedo. El miedo, que hay que escucharlo (por ejemplo, no “hay que” desnudarse en la 1ª sesión ante el que es en ese momento aun un desconocido) pero sin permitir que dirija tu vida.
Al contrario de lo que se quiere creer, iniciar una terapia (o cualquier otro eufemismo con que se rotule) es un acto de valentía porque es un intento de coger las riendas de lo que a uno le pasa y no seguir con “más de lo mismo”. El entorno es hostil, sí ¡pero cómo naveguemos en la tormenta es asunto nuestro! Y más aun si nos preocupan nuestros hijos u otro tipo de cuestiones éticas. Ya Freud señalaba que la buena terapia lleva a amar mejor, trabajar mejor, disfrutar mejor.
Depresión-apatía, ansiedad, síntomas físicos sin aparente razón orgánica, problemas relacionales (pareja, hijos, padres mayores, laborales, soledad…), problemáticas adolescentes y juveniles, enfermedades, duelos, sentimientos de vacio… son ejemplos de “crisis” que nos ofrecen la oportunidad de crecer y así vivir de manera más real.
La desesperanza, la pereza, la desconfianza… incluso la resignación, pueden ser trampas para no acudir al terapeuta. Pero, aunque no hay varitas mágicas, merece la pena el esfuerzo!
Yo siempre digo que no es la magnitud del problema lo que lleva a consultar sino el deseo de un vivir más pleno.
Además, y por otra parte, la psicoterapia no es sólo para cuando te sientes como un pequeño barco a la deriva, o estás en medio de una tormenta, también es para cuando hay en ti el anhelo de nuevos horizontes. Es decir, para todo aquel con inquietudes de mejora personal o profesional. Pero de esto os hablaré otro día, al igual que de los diferentes tipos de psicoterapias que hay, cómo elegir terapeuta etc.
Tampoco he entrado hoy en el tema económico. Pero os dejo dos apuntes:
1º. Un amigo mío psiquiatra, cuando colaboraba con una ONG, cobraba a los sin-techo un cigarro, o los que acordaran, por consulta. El dinero (o los cigarros en este caso) es energía y he de preguntarme “¿dónde pongo mi energía? ¿dónde está mi deseo?”. Todo en esta vida es cuestión de prioridades (ejemplo, lo que comentaba arriba de los brackets dentales; o también el tema de las vacaciones veraniegas) y todas ellas perfectamente respetables, por supuesto.
2º. La ética debería guiar muchísimo más nuestro sistema público de salud mental (listas de espera etc.). Esto, por desgracia, no sólo afecta a la psicología clínica sino también al resto de especialidades (ginecología etc.). Además encontramos la lamentable focalización casi exclusiva en el tratamiento con psicofármacos, en contra de la evidencia científica más seria e independiente.
Hasta la próxima semana, navegantes!
***Mercedes García-Laso, tu psicólogo en Logroño, FB, Tw y Ln | Encuentra el tema que te interesa en índice de todos los Minimapas para Tormentas***