Se hace un “examen de conciencia” de la campaña y se proponen algunas claves para mejorar en el futuro.
Examen de conciencia, dolor de los pecados, propósito de la enmienda, decir los pecados al confesor y cumplir la penitencia. Esta es la frase que nos obligaban a repetir una y otra vez en aquellas monótonas sesiones de catequesis. Repetíamos tanto lo mismo que al final no sabíamos lo que decíamos. Solamente después de un tiempo he encontrado un sentido a aquello: puede que a su manera hablaran del ciclo PDCA, de la mejora continua, que simplificando no es otra cosa que planificar y evaluar una vez se ha ejecutado para no tropezar dos veces en la misma piedra e ir mejorando.
Sé que a toro pasado todos somos Manolete, y que dicho sea de paso, cuando he visto algunas actuaciones de esta vendimia me he acordado de “Manolete, Manolete, si no sabes torear pa que te metes” . Dicho esto, voy a hacer un examen de conciencia de la campaña vitícola, de modo que los “pecados mortales”, que a mi juicio se han cometido, puedan evitarse en el futuro, o si eso no es posible, tratar de aminorar las consecuencias implementando los cambios pertinentes.
El verano empezó con mucho calor en junio, chubascos tormentosos y algún pedrisco, si bien el cuajado en general fue aceptable: la “muestra” pronosticaba entonces una holgada cosecha. Los meses de julio y agosto transcurrieron con tormentas aisladas y temperaturas por debajo de las habituales. La elevada humedad ambiente de los primeros días de julio aumentó las posibilidades de desarrollo de enfermedades criptogámicas, especialmente mildiu, enfermedad que se manifestó en hojas y también excepcional y peligrosamente en racimos. En cuanto al oídio, esta enfermedad endémica en Rioja, no ha sido la principal preocupación, el viticultor sabe a lo que se expone si no hace las cosas bien y este año los riesgos eran muy altos. Con todo ello, gracias a la profesionalidad de los viticultores, a un gasto en productos por encima del 25% de lo habitual y las intervenciones en verde -desniete, deshojado, despuntes- estos hongos no llegaron a causar grandes daños.
Además de la incidencia del mildiu en una ulterior hipotética botrytis, hay que destacar este año la fuerte ataque de polilla (2ª y hasta 3ª generación) insecto que, si la humedad es alta, propicia la podredumbre. El peligro de esta plaga viene por que las hembras hacen la puesta sobre las uvas en las zonas más protegidas del racimo, dónde los tratamientos apenas penetran.
Y llegó septiembre
A pesar de todo llegábamos al mes de septiembre con un buen aspecto de la viña, fenología dentro de la media de otros años y rendimientos altos. Quedaba solo esperar que las dos o tres semanas para el inicio de la vendimia fueran en la línea de lo habitual. El optimismo era la nota dominante, la cosecha generosa, los viticultores iban a recibir precios al fin dignos, el Consejo Regulador permitía la entrada en bodega de un 5% más de uva tinta y un 10% más de blanca amparada y además, las bodegas necesitaban uva al estar con las existencias mermadas tras la corta cosecha 2013. Para más dicha, unas tormentas en la primera decena de septiembre refrescaban las viñas que empezaban a sufrir por un mes de julio y agosto sin ver el agua, engordaban el grano y daban un poco “vidilla” a la vegetación. Pero, “el gozo en un pozo”, lo que se creía era una lluvia de paso llego para quedarse, entrabamos en un periodo de inestabilidad, todas las previsiones meteorológicas así lo confirmaban. Confluían entonces las condiciones atmosféricas y el estado de la viña, con mucha carga, racimos compactos y mucha vegetación en el área del racimo, perfectas para el desarrollo de la botrytis. Estaban en juego casi 500 millones de kilos de uva que suponían 400 millones de euros para miles de familias de viticultores.
Mientras tanto el Consejo Regulador, Casa del Vino, Enológica,… viendo como la acidez caía bruscamente, el hollejo se reblandecía por momentos, y el grado era moderado todavía, daban mensajes difusos y no siempre concordantes, más dirigidos a posibles clientes de vino, que a los que de verdad se la estaban jugando: los viticultores. Se optó por esperar, confiando que “entrará el norte” y resecara el racimo. Sin embargo, otros, con “ese estado de la uva” y con la información del tiempo en internet, abogábamos por iniciar la vendimia tratando de asegurar la calidad que en aquel momento había. Y al final no hubo milagros, ya entrados en la segunda semana de octubre había que rendirse a la evidencia, era preciso coger la uva, la espera no podía dilatarse ni un día. Con agua, con barro, no había manos suficientes en Rioja, urgía vendimiar rápidamente. A toda prisa la uva aun “colgada” el 8 de octubre entraba en bodega en poco más de una semana.
Hoy 11 de noviembre, llegado San Martín, la uva es vino, vista la evolución de las fermentaciones, catado y analizado, lo que tenemos son dos cosechas, con las múltiples variantes intermedias:
1ª Aquellos que llevaron un manejo adecuado de la vegetación mediante deshojados, aclareo de racimos, efectivo control sanitario y selección de la uva, aspirarán a grandes vinos, incluso con recolecciones tardías.
2ª Los que fallaron mínimamente en alguno de estos aspectos, su calidad dependerá del grado de “pecado”, de la fecha de vendimia y, en todo caso, del buen hacer del enólogo.
Y ya puestos, aquí van algunas propuestas a futuro:
– Es prioritario establecer mayor coordinación entre los diversos organismos que están trabajando en el control de la maduración en Rioja.
– Debe haber una información dirigida a los medios y público en general y otra más técnica y precisa, “sin edulcorantes”, para los viticultores.
– La protección ecológica para la polilla, con técnicas de confusión sexual en parcelas grandes está dando un mejor resultado que los métodos químicos. Habría que plantearse la generalización de su uso en Rioja.
– Es necesario establecer modelos de predicción para la botrytis ahora que las previsiones meteorológicas a medio plazo son bastante precisas. Aparte del dato del tiempo, el resto son parámetros conocidos: grado de sensibilización por heridas provocadas por plagas, enfermedades o granizo, compacidad del racimo, rendimientos, tamaño del grano, estado de la vegetación, tersura del hollejo, etc. Toda esta información tratada informáticamente ayudará sin duda a la determinación de la fecha de vendimia en función de los riesgos que cada uno quiera asumir. Y por último:
– Altos rendimientos y calidad no pueden ir juntos. Si existe riesgo de botrytis en septiembre hay que quitar uva en las viñas muy cargadas.
Después de este examen de conciencia, les dejo a ustedes lo que queda de la “confesión”. Algunas claves espero haber dado para no “pecar” , y en su caso “enmendar” en las próximas campañas.