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Antonio Remesal

Hablando de vino

El Instituto de la Ciencias de la Vid y del Vino (ICVV), un regalo para el sector vitivinícola Rioja

Campo experimental en La Grajera. A.Remesal

Un centro puntero en la investigación vitivinícola en España, aquí, en Logroño: una excelente noticia y una gran oportunidad.

No hace mucho tiempo que el Instituto de las Ciencias de la Vid y del Vino de Rioja (ICVV) comenzó su andadura, un organismo que, desde La Rioja, pretende convertirse en centro de referencia mundial en la Investigación y el Desarrollo (I+D) de la vid y del vino. Aunque con actividad desde 2014, es prácticamente ahora cuando todo el personal laboral asociado al ICVV, procedente de la Consejería de Agricultura del Gobierno de La Rioja, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y de la Universidad de La Rioja, está a pleno rendimiento en las flamantes edificaciones de La Grajera. La labor investigadora que cada una de estas entidades desarrollaba por separado se ha unificado para aprovechar las sinergias que supone la actividad conjunta y así multiplicar su producción científica.

El ICVV nació con el triple objetivo de generar nuevos conocimientos y tecnologías en viticultura y enología, transferir los resultados de la actividad investigadora a la sociedad y para apoyar la formación universitaria en materias vitivinícolas. Tres pilares sustanciales para que la investigación cumpla su función de promover el desarrollo tecnológico y la innovación, en un sector que en Rioja es básico, no solo por su importancia económica, sino también por sus raíces culturales y la imagen que el vino de Rioja proyecta en el mundo. Debemos felicitarnos porque este centro puntero en medios y tecnología y con una plantilla de jóvenes técnicos e investigadores, sobradamente preparados, trabaje en pro del sector, y lo haga precisamente aquí, en Rioja.

En las instalaciones de La Grajera (carretera de Burgos, km.2) el ICVV cuenta con bodega experimental, laboratorios y otros espacios para gestión y administración. Muy próximo a estas instalaciones están las fincas experimentales, en un paraje que envuelve el parque de La Grajera en pleno camino de Santiago. Dentro de la red de fincas experimentales se encuentran, además, los terrenos y viñedos de la Finca Valdegón en Agoncillo, provenientes del CIDA, y otras parcelas diseminadas por toda la geografía de la Comunidad Autónoma.

Todo el mundo conoce lo que la investigación aporta: genera conocimiento, permite solucionar determinados problemas, implementar tecnologías innovadoras que hacen la vida mejor y más fácil, disminuye la dependencia exterior y posibilita estar en la vanguardia de la ciencia. Pero, para llegar a obtener el máximo rendimiento a la investigación es necesario, primero: estar próximos a las necesidades de la gente, para dirigir los esfuerzos en aquellos aspectos más prioritarios o que puedan conllevar mayores ventajas, segundo, hacer un buen uso de los recursos disponibles y, tercero, transferir los resultados a la sociedad para que los conocimientos se materialicen en algún tipo de avance o mejora.

En relación a la transferencia de conocimiento en el mundo del vino, es prioritario recoger las demandas de los viticultores, en cuanto a nuevas técnicas de cultivo, a sistemas de protección contra plagas y enfermedades, a material vegetal (variedades, portainjertos y clones), a técnicas innovadoras de viticultura de precisión, etc. Por su parte las bodegas demandaran una mejora en las técnicas y la tecnología enológica que les permita mejorar el proceso de elaboración, crianza y estabilización; así como sistemas de control y análisis que contribuya a la seguridad y calidad del vino, etc. Las demandas de la sociedad en cuanto a investigación es probable se dirijan a aspectos relacionados con la salud, a sistemas de cultivo con mayor respeto medioambiental y, por supuesto, productos que se adecuen a sus gustos, que sean cada día de mayor calidad y, en la medida de lo posible, con el menor coste posible. El ciudadano exigirá igualmente que la utilización de los medios humanos y materiales se haga de forma eficiente y que procure reportar el máximo beneficio a la sociedad. Y para terminar, es fundamental que a viticultores, bodegas, centros docentes y a cualquier ciudadano interesado se le trasladen las materias en las que se está trabajando y los resultados obtenidos para que cada cual haga el uso que considere.

El éxito del ICVV pasa porque el viticultor de Hormilla, Manjarres o Cenicero, conozca no solo la existencia de este centro, sino que acuda a él como lugar de referencia en busca de información y formación; a la par, que industrias toneleras, corcheras o bodegas, participen de sus actividades y se planteen colaboraciones, disponiendo así de medios que le permitan acometer acciones, de investigación o de otra índole, que la empresa privada por sí misma difícilmente podría llevar a cabo.

Justificamos la investigación médica aunque no sepamos ni “papa” de medicina, se trata de nuestra salud, y ya sabemos que con la salud no se juega. Ahora bien, si un científico nos dijera que está trabajando sobre el genoma de la vid seguramente no fuéramos tan considerados con su trabajo. Al fin y al cabo, ¿eso para qué sirve?. El estudioso nos podría indicar que su labor permite entender mejor el funcionamiento de las plantas y de cada uno de los genes, buscar mecanismos para la defensa contra determinadas enfermedades y plagas o, entre otras muchas cosas, mejorar las características aromáticas de los vinos. Aún con todo, por muy elocuente que fuera el científico, necesitaría hacer un gran esfuerzo para llegar a la gente.

Es por todo esto que desde la Administración se debe trabajar para acercar la ciencia al ciudadano que no está directamente involucrado, para que la sociedad conozca los beneficios que la investigación reporta en una materia de la que viven muchas personas y que otras muchas disfrutan con el producto que las primeras producen. Es el momento, también, de divulgar la capacidad y potencial del ICCV en la búsqueda de colaboración con bodegas y empresas del sector, cooperativas, asociaciones de viticultores y agrupaciones de técnicos, buscando una investigación (o experimentación) a medida de las necesidades reales, una gestión eficiente de los recursos y la óptima trasferencia del conocimiento.

A semejanza de lo que supuso la Estación Enológica de Haro hace 120 años para modernizar el sector productivo y construir los pilares del Rioja que ahora conocemos, el ICVV tiene lo necesario para jugar un papel fundamental en el avance del sector del vino, en un siglo XXI en que se presentan cada día nuevos y grandes retos. Esperemos que cumpla estas expectativas

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Sobre el autor

Ingeniero Agrónomo y enólogo. He trabajado en la empresa privada en ámbitos muy variados de la ingeniería. Actualmente en la Administración, en el sector del vino, con el que me siento absolutamente comprometido. Escribo sobre viticultura y enología y, de paso, sobre lo que tercia…Autor del libro “Talking about wine: Rioja”, primer libro monográfico sobre Rioja escrito en inglés.


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