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Antonio Remesal

Hablando de vino

Resumen de la campaña vitícola 2017-2018 en Rioja.

Como en una película de intriga, con la mayor incertidumbre de las que se recuerdan, se da por concluida felizmente la campaña 2017-2018.

 

Dicen que Dios aprieta pero no ahorca, que después de la tempestad viene la calma, que toda mala racha tiene su fin,…con este mantra nos tratábamos de animar los que, pendientes del viñedo, observábamos el peligro de que, el mildiu a finales de julio, y la botrytis en septiembre, pudieran dar al traste todo el trabajo del año.

 

La campaña vitícola se inició seca, siendo a partir de diciembre cuando la situación da un giro radical. Abundantes precipitaciones durante todo el invierno compensaron el déficit del otoño y serán el preludio de la húmeda campaña 2017-2018.

 

Los trabajos propios del año  comenzaron con la poda complicándose sobremanera por las lluvias y sobre todo por  las secuelas de la helada de la campaña anterior que exigieron un tratamiento individualizado de cada una de las cepas.

 

Durante el principio de la primavera continuó la tónica de frío del invierno alargándose el periodo de heladas hasta mediados de mayo, heladas que, afortunadamente, no causaron graves daños al ir el viñedo retrasado. Termina el frio pero comienza un periodo de inestabilidad atmosférica a partir de San Isidro que no cesará hasta la vendimia. Durante toda la primavera las tormentas mantuvieron en vilo a los viticultores por el riesgo de granizo y por el aumento de posibilidades de desarrollo de enfermedades fúngicas. La aparición en la Denominación de la  primera mancha de mildiu antes del inicio del mes de junio presagiaba lo que sería el año más complicado de las últimas décadas.

 

La conjugación del escenario perfecto para el desarrollo de oídio, enemigo endémico en Rioja, y del mildiu, menos frecuente en nuestra  viticultura pero tanto o más peligroso, pone al viticultor en un estado de alerta continuo y obliga a la realización de tratamientos preventivos en cuanto se produce una pausa de lluvia y las condiciones del terreno le permiten entrar con la maquinaría.

 

Se alcanza el final de la primavera con un superávit de agua acumulado desde octubre por encima del 30% sobre las cifras promedio. A finales de junio el viñedo ha cuajado y está terminando de “limpiar”  lo que va confirmado que la cosecha viene abundante. Pero lo que preocupa sobremanera al agricultor en esas fechas es el mildiu: las manchas en hojas aparecen en prácticamente todos los viñedos y brotes puntuales de mildiu larvado en los racimos son relativamente frecuentes. A pesar del gran trabajo de los viticultores y el esfuerzo económico realizado en tratamientos y labores preventivas algunas parcelas aisladas ya se dan ya por perdidas.

 

Al final de junio, con el grano ya cuajado y con buenas perspectivas de cosecha, se producen trombas de agua que arrastran enormes cantidades de tierra, anegan parcelas, rompen pámpanos, estructuras de conducción y, en parajes concretos y muy limitados en superficie de Rioja Alta y Rioja Alavesa, el granizo arrasa totalmente vegetación y racimos.  El mes de julio con una sucesión de borrascas deja de nuevo en algunos puntos lluvias muy abundantes, algo de piedra, y lo peor, el terreno prácticamente impracticable durante periodos largos en momentos especialmente delicados. La cantidad de agua acumulada en el suelo y la abundante vegetación, unidas a las altas temperaturas propias de estos meses, generaron brumas matinales y concentraciones de humedad muy alta, condiciones estas muy favorables para el desarrollo de hongos, lo mismo mildiu que oídio, e incluso contaminaciones muy puntuales de botrytis a pesar de la fecha inusual para ello.

 

Ante esta conjugación de factores, a finales de julio las manchas de mildiu eran ya algo habitual en los viñedos riojanos. Estábamos ante una “explosión” inusitada de mildiu en la que el viticultor se afana especialmente y, mediante tratamientos y despejando de vegetación los alrededores del racimo,  logra controlar, evitando en la mayoría de viñedos que la contaminación llegue  al fruto. Así todo, el mildiu causa algún perjuicio en muchas viñas y en algunas puntuales las pérdidas son tan intensas que no se vendimiarán.

 

Iniciado agosto las tormentas finalmente dan una tregua, deja de llover ascendiendo las temperaturas. Se llega al mes de agosto, con cierta demora en el ciclo, el envero no se produce en general hasta mediados de mes, con los problemas de sanidad aparentemente controlados pero la incertidumbre en máximos. Con ello y por el retraso respecto a años normales se apuran los tratamientos hasta fechas inusuales, ya iniciado septiembre.

 

El viticultor, cuando en condiciones normales se hubiera tomado vacaciones, con el trabajo finalizado y solo a la espera de la completa maduración de la uva, encara el mes de septiembre con la incertidumbre más absoluta: algunos viñedos sin enverar totalmente, heridas por oídio, granizo y polilla, granos secos por mildiu, uvas apretadas, vegetación exuberante, rocíos matutinos y, en algunas zonas, más de un mes por delante para plantearse ni siquiera el comienzo de la vendimia. Trombas de agua al inicio del mes y pocos días antes de San Mateo ponen la música de suspense a una película que ni en Rioja Baja, donde apenas han empezado a coger el blanco, se da por concluida. Y es que las posibilidades que la botrytis invadiera los viñedos eran elevadísimas si las lluvias hicieran acto de presencia de forma continuada.

 

Pero al final se abren claros en el horizonte y el final de la campaña trae un mes de octubre seco y caluroso durante el día y con temperaturas frescas durante  la noche, condiciones ideales para la maduración.  Únicamente el aviso de un huracán tropical que finalmente se queda nada más en un chaparrón, interrumpe la tranquilidad de la vendimia que no finaliza hasta noviembre.

 

Hoy, con el mosto fermentando en la bodega, se puede decir que la vendimia de una de las campañas más difíciles que se han conocido en Rioja ha finalizado felizmente para la mayoría de viticultores. Los rendimientos han sido en general elevados siendo la variabilidad cualitativa entre unos y otros viñedos función, precisamente, de la carga dejada en la cepa. Los vinos que se están elaborando tienen en general buena calidad sanitaria, suficiente estructura y  perfil aromático agradable. Los viñedos en los que se ha controlado estrictamente la producción y se ha realizado un trabajo en campo más meticuloso darán lugar a grandes vinos. Como era de esperar, donde se dejó mucha carga el grado y color son  limitados.

 

Definitivamente, una campaña que a pesar de la alta profesionalidad de nuestros viticultores podría haberse complicado enormemente. Pero al final Dios nos vino a ver.

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Sobre el autor

Ingeniero Agrónomo y enólogo. He trabajado en la empresa privada en ámbitos muy variados de la ingeniería. Actualmente en la Administración, en el sector del vino, con el que me siento absolutamente comprometido. Escribo sobre viticultura y enología y, de paso, sobre lo que tercia…Autor del libro “Talking about wine: Rioja”, primer libro monográfico sobre Rioja escrito en inglés.


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