El Consejo Regulador calificará hoy como “Buena” la cosecha de Rioja 2018 validando de este modo el informe de los Servicios Técnicos tras el análisis de más de 4.000 muestras de la cosecha y consulta a las estaciones enológicas de Haro, Laguardia (Casa del Vino) y Olite (Evena).
“Buena” será la calificación otorgada como media de todos los vinos, sea cual sea el color (tintos, blancos y rosados), procedencia (La Rioja, Álava o Navarra) o sistema productivo, lo mismo da cultivado en vaso que en espaldera o con 3.000 kg. de rendimiento por hectárea que 7.000.
El valor que otorga el Consejo Regulador es una media de una serie de muestras en circunstancias muy variables siendo la fiabilidad de ese dato estadístico limitada. La media proporciona con frecuencia una descripción incompleta y ajena a la realidad, por lo que son necesarios otros indicadores que nos aporte una información suplementaria y permitan un conocimiento más preciso de la realidad, en este caso, de lo que ha sido la campaña vitícola y su resultado enológico para cada circunstancia concreta.
Habida cuenta mi participación en el proceso de calificación de la añada en Rioja Alavesa, les daré a continuación mi valoración para esta subzona, la cual no difiere demasiado de la del resto de Rioja publicada en el Diario La Rioja el 11 de abril. Verán como la calificación otorgada en La Casa del Vino a tenor de las muestras analizadas para la subzona de Rioja Alavesa es superior a la que finalmente se adjudica en el total de la Denominación. Esta valoración más positiva de los vinos de Rioja Alavesa de la campaña 2018 es achacable a los menores rendimientos por hectárea, al mayor porcentaje de viñas en vaso y de viñedos viejos de esta parte de Rioja comparando con el resto de la DOC y nada tiene que ver (y va para los más suspicaces) con fronteras administrativas.
La campaña vitícola 2018 en Rioja Alavesa
Ha sido la campaña 2018 una de las más complicadas que se recuerdan, en la que la incertidumbre ha perdurado hasta las mismas fechas de vendimia, y con contrastes en los resultados enológicos marcadas por el trabajo en viñedo y rendimientos. Las elevadas precipitaciones obligaron al viticultor a mantener una alerta permanente, intensificando los gastos en tratamientos y en labores culturales para mejorar la eficacia de los productos y reducir los riesgos.
Comenzó la campaña con sustos en forma de heladas, esta vez en San Isidro, fechas en las que habitualmente el viñedo ya empieza a hacer visibles los racimos pero que el pasado año, debido a los fríos de la primavera e invierno, halló retrasado al cultivo por lo que no llegó a causar daños significativos.
La incertidumbre se prolongó hasta que el último cesto de uvas entró en la bodega. Tormentas, y precipitaciones continuas, con incluso alguna granizada puntual, hicieron de la viña el escenario perfecto para la aparición de enfermedades provocadas por hongos. El mildiu mostró su lado más agresivo y puso a prueba la profesionalidad del viticultor ante una enfermedad, al contrario que el oídio, a la que no estamos acostumbrados. Pero ni la profesionalidad de los viticultores y técnicos ni la eficacia de los productos fitosanitarios hubiera sido suficiente para asegurar cosecha, y menos calidad, si la fortuna no hubiera acompañado. Así, al final de septiembre con el “alma en un puño”, el mes de octubre resulta seco y caluroso durante el día y con temperaturas frescas durante la noche, condiciones ideales para que la vendimia se inicie, en las áreas orientales de Rioja Alavesa más tempranas, con la maduración plena. La vendimia se alargó hasta el inicio de noviembre, con relativa tranquilidad gracias a las condiciones favorables, permitiendo la entrada de uva en bodega con buena calidad sanitaria y rendimientos muy holgados.
Resultados enológicos de la campaña 2018
Los valores analíticos medios de los vinos tintos analizados para el control de calidad en la estación enológica de Laguardia de las muestras de Rioja Alavesa reflejan un grado medio más que correcto (13.65% vol.), lo mismo que la intensidad de color (10.55), y la carga fenólica (ITP 56.55), aunque lejos de las cifras sobresalientes de la añada 2017. El resto de los parámetros analizados también se mantiene en valores adecuados. Las características organolépticas de los tintos que se están elaborando, y que han terminado prácticamente todos la maloláctica, tienen en general suficiente estructura y perfil aromático agradable.
En lo que se refiere a los blancos, muestran valores incluso mejores que los tintos destacando en cata por su gran intensidad y riqueza aromática.
Como es habitual, los rendimientos del viñedo son los que marcan las diferencias cualitativas en los vinos. Los viñedos en que se reguló adecuadamente la producción con un trabajo en viñedo meticuloso han dado lugar, en general, a elaboraciones con grado y color muy conveniente y buen potencial enológico.
Resumiendo, la cosecha 2018 muestra vinos con parámetros analíticos correctos y análisis sensorial en las catas realizadas satisfactorio, con diferencias cualitativas importantes en función de las producciones, lo que ha llevado al Servicio de Viticultura y Enologia de la Diputación Foral de Álava a una valoración global de la añada en la zona de Rioja Alavesa de acuerdo al potencial enológico de los vinos muestreados y catados, como Muy Buena.
Bajo rendimiento significa mayor calidad y menor riesgo
Quisiera dejar patente la importancia de cuidar los rendimientos no solo por su repercusión directa en calidad (los mejores vinos sin duda han sido los que proceden de viñedos con producciones moderadas), sino también, y especialmente en campañas complicadas como la actual, por el menor riesgo que se afronta de cara a conseguir una maduración completa. Hemos visto viñedos que estaban tan cargados que nadie en septiembre hubiera dado un “duro” porque llegarán algún día a madurar, tal como pintaban las cosas. Y no siempre vamos a tener la suerte de este año. Es verdad que había necesidad acuciante de uva (y de hacer caja) después de la helada de 2017, pero algunos viticultores y bodegas lanzaron el órdago a pares con dos caballos y eso, los que juegan al mus lo saben, es jugársela demasiado.