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Antonio Remesal

Hablando de vino

En defensa del tapón de corcho

A extraer el tapón de una botella se le denomina descorchar, y al mismo tapón lo llamamos corcho, sin detenernos en si el cierre de la botella es o no de ese material. Desde hace más de 2000 años se ha utilizado el corcho como material para tapar vasijas, tinajas, tinos, barricas, cántaros, garrafas, búcaros,…y, por supuesto, botellas. Desde antiguo se tiene también constancia de la idoneidad del corcho para sellar el vino.

El corcho es un material poroso, con una larga vida, y con unas cualidades que permiten que el vino durante el proceso de envejecimiento y mantenimiento del vino hasta su bebida, evolucione y se conserve perfectamente. Para que el corcho cumpla su función, el vino debe mojar el corcho; el corcho mojado sella de modo más efectivo dejando paso a un volumen de aire muy pequeño que le permite “respirar” como si de un ser vivo se tratara. Por consiguiente, la botella se guardará lo suficientemente horizontal para que el vino moje el corcho, pero no tanto que los sedimentos, en vinos que no se han clarificado, se depositen en el cuello de la botella acabando en la primera copa que servimos. Sedimentos que, si bien no son perjudiciales, pueden estropear el servicio si se revuelven cuando se vierta el vino en las copas.

El corcho es una sustancia que procede de la corteza del alcornoque, Quercus suber, y que se extrae, sin dañar al árbol, (en la denominada “saca del corcho”) ya que el tejido vegetal que reviste el tronco se regenera poco a poco, de dentro a fuera. Los corcheros o “peladores” cortan con un hacha y retiran las planchas de corcho cada 10 a 15 años de los árboles adultos (de más de 50 años para los tapones de mejor calidad), y así hasta los 150-200 años que vive de media un alcornoque.

El área de distribución del alcornoque es principalmente los países mediterráneos: Portugal, España, Francia, Italia, Argelia, Marruecos y Túnez. Es en nuestro país, después de Portugal, el que dispone de mayor superficie de alcornoques del mundo y es también el segundo productor de corcho mundial. En España los alcornocales se extienden fundamentalmente por la dehesa de Extremadura, ambas Castillas, Andalucía y otras áreas mediterráneas, donde generan una importante fuente de riqueza y de empleo.

Dehesa de alcornocales. Mavilsa

Los bosques de alcornoque son ecosistemas de gran biodiversidad, cumplen un papel ecológico relevante en la lucha contra la erosión, los incendios forestales, a los que resisten por la fortaleza del corcho ante el fuego, y son fijadores de Carbono (huella de Carbono negativa). Las dehesas de alcornocales son hábitat de ganaderías extensivas de vacuno, ovino y, sobre todo, del porcino ibérico. Son, también, refugio de especies animales amenazadas, como el lince ibérico, la gineta, la cigüeña negra o el águila imperial.

El corcho como materia prima tiene multitud de utilidades, no obstante podría decirse que es gracias al vino, producto al que se dirige el 70% de la producción total corchera y que supone el 85% del volumen de negocio, por lo que se mantienen los montes de alcornoque.

En los últimos años se van viendo alternativas al tapón de corcho. Es cada vez más fácil encontrar en el mercado cierres con tapones de silicona, aluminio u otros materiales. En general, pero con algunas honrosas excepciones, las alternativas al corcho van para vinos de baja cotización.

La variedad de corchos y precios es inmensa, así podemos encontrarnos desde corchos por pocos céntimos de euro: corchos aglomerados, colmatados o técnicos, a corchos para botellas Premium que sobrepasan los 60 céntimos. Lógicamente, la calidad del corcho es, en líneas generales, proporcional a la del vino.

Ni que decir tiene que el corcho imprime a la botella el marchamo de tradición, de producto natural, pero además destaca sobre otros materiales en la conservación y evolución del vino en la botella. Se ha comprobado experimentalmente que los mejores resultados los ofrece el tapón de corcho sobre otras alternativas, en cuanto que permite el intercambio de oxigeno óptimo entre el vino y el exterior (grado de oxidación/reducción), transmisión de olores y por la aportación de compuestos beneficiosos al vino que el mismo corcho posee.

Los remisos al corcho, utilizan como principal aspecto negativo la posibilidad de que se manifieste, en el vino sellado con corcho, el defecto conocido como “gusto a tapón”, “olor a moho”, “gusto a corcho”, “acorchado” o “bouchonné”. El responsable de este defecto que ha puesto en cuestión la reputación de alguna muy famosa bodega es un compuesto denominado 2,4,6-tricloroanisol (TCA) generado por la acción de mohos y bacterias. En cata se describe como un olor a moho o a cartón mojado, desvalorizando el vino para su bebida y pudiendo echar a perder una botella o incluso una partida completa.

No hay que negar que el TCA haya sido uno de los enemigos que ha provocado mayores dolores de cabeza a bodegueros de todo el mundo siendo el culpable de buena parte de las botellas defectuosas. No obstante, se sabe que si bien el corcho es la principal causa de este defecto, no es la única. Otras maderas de la misma bodega: barricas, estructura, jaulones, pallets, etc. pueden ser el origen del problema. Maderas con restos de pentaclorofenol, un componente de los pesticidas hasta no hace mucho de uso habitual para tratar la madera, pueden ceder TECA compuesto de naturaleza y efectos muy similares al TCA.

Por otra parte, la alternativa de tapones sintéticos no asegura la protección contra contaminaciones. Otros materiales pueden imprimir también olores indeseables (a plástico, por ejemplo) y ¿quién sabe?, con el tiempo, ceder algún elemento extraño al vino.

Debido al control en la entrada a la bodega de todos los productos, la restricción en el uso de cualquier agente o material que no sea absolutamente neutro o que puedan llegar a desarrollar olores extraños en el vino, así como, el mayor rigor del mismo proceso de producción de los tapones que imponen protocolos asépticos muy estrictos, puede decirse que este defecto va teniendo cada vez menor incidencia. Hoy en día la mayoría de empresas que se dedican a producir corchos para vinos de calidad utilizan novedosas tecnologías que arrastran o eliminan hasta niveles imperceptibles el TCA del corcho o de los microorganismos causantes de la aparición del mismo.

Por su parte las bodegas además de controlar todos los materiales que intervienen directa o indirectamente en el proceso, incluidos productos de desinfección, limpieza, pinturas, etc., realizan análisis y pruebas de las partidas de corcho que adquieren para excluir riesgos en la generación de futuras contaminaciones.

Por los beneficios ambientales al ser un material natural ecológico, reciclable, biodegradable y renovable, por la defensa de los alcornocales y de un sector con gran importancia económica en la Península Ibérica, por su valor tradicional, por la imagen que imprime y por sus características técnicas que hacen del corcho el sistema de sellado más eficiente, algunos apostamos definitivamente para los vinos de guarda por el cierre con corcho natural de buena calidad. Para vinos de consumo rápido o vida corta la utilización de otras alternativas es totalmente aceptable.

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Sobre el autor

Ingeniero Agrónomo y enólogo. He trabajado en la empresa privada en ámbitos muy variados de la ingeniería. Actualmente en la Administración, en el sector del vino, con el que me siento absolutamente comprometido. Escribo sobre viticultura y enología y, de paso, sobre lo que tercia…Autor del libro “Talking about wine: Rioja”, primer libro monográfico sobre Rioja escrito en inglés.


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