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Antonio Remesal

Hablando de vino

Catar, una experiencia única y muy personal

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No todo el mundo que vive en el área de producción del vino de Rioja es bodeguero, tiene viñas o se gana la vida en el sector del vino. Esto es lo que parece piensa mucha gente cuando visita esta tierra. Al poco tiempo de estar aquí, se dan cuenta que, como casi todos los estereotipos poco tienen que ver con la realidad. Lo que si es verdad es que la gran mayoría de gente que viene a la Denominación lo hace atraído, de una u otra manera, por la cultura del vino y la gastronomía. Raro es el foráneo que no va de vinos y pinchos a la “Laurel” o que visita una bodega para conocer de cerca el proceso enológico y de paso llevarse unas botellas del vino más afamado de España.

 

Con todo esto, no cabe otra cosa que la decepción de nuestro huésped cuando se da cuenta que no somos terratenientes bodegueros y que en el peor de los casos poco más sabemos de enología, que “con uvas se hace el vino”. Pero claro, no es tampoco cosa de decepcionar al visitante, por lo que, bien en la mesa, de bares, o de visita en una bodega, tendremos que ponernos enfrente de una copa de vino para manifestar nuestra opinión enfrente de alguien que espera algo más que eso de “está muy bueno ”.

 

Contrariamente a lo que algunos piensan, para catar no son necesarios grandes conocimientos, únicamente, sentido y sensibilidad, lo demás es cosa de un poco de práctica y para eso, oportunidades no faltan.   Si somos capaces de cogerle el tranquillo, cuando venga alguien a visitarnos verá que aquí en Rioja, el que más y el que menos distingue un cosechero de un crianza, un rosado de un clarete, y que en definitiva, conocemos y sabemos apreciar lo que tenemos. Empecemos pues, por unas nociones de lo que es y trae consigo catar.

 

Mediante la cata (o degustación) se realiza un detallado análisis y evaluación de un vino a través de los sentidos: vista, gusto, olfato e incluso, tacto. Probar un vino para evaluar su calidad es tan antiguo como su producción. Es en el momento que éste se convierte en un bien sujeto al intercambio comercial, entre particulares primero, y más tarde profesionales marchantes, cuando por necesidad aparecen técnicas cada vez más estandarizadas para caracterizar los vinos.

 

Posiblemente, los primeros atributos empleados para ensalzar, o depreciar la calidad de un vino, fueron aquellos que aludían a su capacidad embriagante y a su gusto, para, con el tiempo, irse enriqueciendo la jerga descriptiva. Enseguida, los términos que describen con precisión los sabores, aromas y peculiaridades del producto empiezan a formar parte del lenguaje cotidiano del mundo del vino.

 

Catar es, por consiguiente, probar o degustar con intenciones analíticas, o lo que es lo mismo, con el fin último de valorar la calidad de un producto.

 

El profesional enológico cata para conocer la evolución del vino durante el proceso de elaboración y  actuar en consecuencia (coupages, tratamientos, crianza o embotellado, etc.). El enólogo cata igualmente, para testar tanto su vino como el de otros productores y, también, como lo hace el aficionado, por el simple placer de beber.

 

La cata es un ejercicio de atención, que precisa entrenamiento y concentración. La distancia entre tragar y beber es la misma que entre beber y catar, es por tanto la cata, un paso más en la apreciación gustativa. Sentido, tiempo y atención son requisitos necesarios para empezar a catar, la sensibilidad es muy valiosa, pero se puede entrenar. La memoria…,ese es un don con el que cuentan habitualmente los mejores catadores.

 

Contrariamente a lo que muchos creen, la cata no es una actividad exclusiva para expertos. No es necesario ser enólogo o sumiller para dar nuestra opinión, y nadie sabe mejor que nosotros mismos, cuál es el vino que más nos gusta. Por tanto no hay opiniones correctas y equivocadas, cada uno percibe el vino de manera distinta. Como resultado de cada cata, tendremos una opinión basada en la comparación con vinos probados anteriormente y nuestra experiencia sensorial se habrá enriquecido.

 

Dicho esto, no es de recibo rechazar un vino solo porque no seamos expertos en la materia. ¿Te imaginas a alguien enfrente de una mesa repleta de manjares diciendo “no gracias, no probaré nada yo no entiendo de comida” ?.

 

No te preocupes tampoco si tu opinión habitualmente difiere de la del resto, no por eso eres un mal catador. Catar un vino es una experiencia personal en la que cada uno tiene que sacar sus propias conclusiones. En la cata estas tú a un lado y al otro el vino, como Gary Cooper en “solo ante el peligro”: Tú, tu vaso de vino y nadie en tu ayuda.

 

Estate atento a las sensaciones que el vino nos envía y manifiéstalas abiertamente, sin complejos, sin importar que difieran de las del resto. Al fin y al cabo, “para gustos se hicieron los colores”,  “sobre gustos no hay nada escrito”. Tú eres el que estas experimentando las sensaciones que el vino te transmite, por lo que tú eres el único que tiene voz sobre lo que a ti, particularmente, te gusta o disgusta.

 

Un buen catador no es aquel cuyos gustos coinciden con los de la opinión general o los de la crítica. Un buen catador es aquel que sabe “leer” de un vino hasta la letra pequeña. Aquel que es capaz de captar toda la información que a través de nuestros sentidos el vino nos transmite. Si eres riojano, yo lo soy -siendo la muestra de que no hace falta haber nacido aquí para serlo-, te gusta el vino,  aprovechas cualquier oportunidad para “conocer” nuevos vinos, tienes buena memoria y eres buen comunicador, entonces tienes todos los ingredientes para ser un gran catador.

 

Verás cómo, según te sumerjas en esta amplia y rica área de conocimiento, según vayas probando diferentes vinos,  o visitando bodegas aquí o allá, como tu mochila de conocimientos se hace mayor cada día y como, poco a poco, eres capaz de entender el porqué hay tanta gente apasionada con todo lo relacionado con este mundo.

 

Para concluir, una autocrítica para los profesionales, ¿no vamos algunos demasiado empalados a las catas? Y es que como en la canción “mujeres fatal” de Sabina, “hay mujeres que van al amor como van al trabajo”, hay algunos que lo de catar se lo toman demasiado en serio.

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Sobre el autor

Ingeniero Agrónomo y enólogo. He trabajado en la empresa privada en ámbitos muy variados de la ingeniería. Actualmente en la Administración, en el sector del vino, con el que me siento absolutamente comprometido. Escribo sobre viticultura y enología y, de paso, sobre lo que tercia…Autor del libro “Talking about wine: Rioja”, primer libro monográfico sobre Rioja escrito en inglés.


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