Se plantea un nuevo sistema de calificación doble: la cosecha y la añada.
Una creíble valoración de los vinos debería hacerse también con la salida de los crianzas al mercado.
Al acabar la “mili” se entregaba a los soldados recién licenciados un librito que era algo así como la cartilla de notas en el ámbito de la enseñanza. En “la blanca”, que por su color se conocía a la cartilla militar, se reflejaban los destinos y las incidencias durante el tiempo de servicio en el ejercito, junto con una evaluación del soldado en lo referente a conducta, amor al Servicio, disposición, …y valor. Este último apartado se rellenaba invariablemente con un “se le supone”, y así se indicaba, dado que el soldado al no haber entrado en combate real no había tenido ocasión de demostrar su valía. Era pues de esperar su coraje si la ocasión lo requería. No sé de nadie que en su cartilla militar figurara cosa distinta, al fin y al cabo uno iba a la “mili” para hacerse “un hombre” y no parece muy apropiado, que en el espacio reservado al valor, figurara algo así como, “es un poco gallina”. Han pasado 30 años, ahora la “mili” ya no es obligatoria, los soldados son profesionales, el ejercito no es solo “cosa de hombres”, y más que prepararse para la guerra llevan a cabo acciones humanitarias, algunas en países en guerra, que sin duda ponen a menudo a prueba el valor del profesional. A pesar de estos diferencias, el ejercito como otros ámbitos de la sociedad cambian muy despacio, por lo que no sería de extrañar que la cartilla militar sea hoy la misma de entonces. La mía de principios de los 80 llevaba aún el escudo preconstitucional, aún cuando ya llevábamos años en democracia.
La evaluación del ejercito a los soldados reflejados en la cartilla militar, y la que hace el Consejo Regulador sobre las cosechas, tiene en común la irrelevancia de la información y la resistencia a los cambios.
Hace pocos días, el Consejo Regulador de la DOCa Rioja ha otorgado la valoración oficial de “Buena” a la cosecha 2013, sobre la base del muestreo exhaustivo realizado para la calificación de los vinos. Desde el año 1985, año en que se puso en marcha el Plan de Calificación de los vinos de Rioja, los vinos elaborados en la denominación están sometidos a un riguroso proceso, por el cual, miles de muestras tomadas directamente de los depósitos de elaboración por los veedores del Consejo, se evalúan mediante análisis en laboratorio y organolépticos (cata), para determinar si merecen o no el amparo de la denominación. La declaración de la calidad de la cosecha es, en primer lugar, una fuente de información para conocer con que vinos de la respectiva cosecha se cuenta y también es un argumento comercial.
Proclamar, como lo ha hecho recientemente el Consejo Regulador, que la media de los vinos testados de 2013 responde al predominio de un mayor volumen de vinos de buena calidad, es decir muy poco. En un proceso en el que los vinos que no dan la talla son descalificados, la calidad de los vinos que pasan la criba (los únicos que llegarán a comercializarse como Riojas) no es cuestionable. Como el valor, se le supone. No se contempla tampoco la posibilidad de calificar los vinos como mediocres, y menos aún como malos, no solo por razones comerciales sino, como es lógico, por que no se justificaría en caso contrario la existencia del Consejo Regulador, que como misión principal tiene la de velar por la excelencia de su producto, discriminando los vinos que no alcanzan el nivel para ser Riojas.
Por otra parte, la información ofrecida tan precozmente denota ciertas limitaciones. El hecho que el dato de la cosecha se haga público apenas tres meses después de que el vino merezca ese nombre, equivale, volviendo al mundo castrense, a evaluar al soldado en periodo de instrucción. Como va a evolucionar el vino, una vez esté completada su elaboración, en su periodo de crianza, tiene una buena dosis de enigma. Para determinar el mérito de una añada es preciso conocer su comportamiento ante “fuego real”, por lo que el examen actual es válido únicamente para vinos jóvenes, siendo necesario esperar un tiempo para según como evolucione la cosecha dar la nota global del examen. Particularmente echo de menos la valoración de la añada, esta sí real y que no tiene por que coincidir con la de la cosecha, una vez comprobada la respuesta de los vinos de una determinada vendimia en el proceso de crianza.
En otro orden de cosas, partiendo de que: el examen de calidad lo realiza el mismo Consejo Regulador, aunque podamos participar otros colectivos -siempre interesados-, que desde 1984 no exista ni siquiera una añada de Rioja “normal”, ni que decir “mediana” -para encontrar una hay que remontarse a 1972-, no da precisamente credibilidad a la información. A esto hay que unir el dato significativo que desde 2.001 cinco cosechas han sido calificadas como “excelentes”. Aunque uno pueda estar de acuerdo en la gran bondad de alguna de ellas, dudo, ahora mismo, obtuvieran todas la misma nota en una reválida .
Es por todo esto por lo que propongo una revisión del sistema actual con alguna novedad, que bajo mi modo de ver podría traducirse en lo siguiente:
– Realizar dos calificaciones una para los vinos jóvenes (valoración de la cosecha) y otra en el momento que salga a la calle el crianza correspondiente a esa cosecha (valoración de la añada). Procedería entonces, ahora en 2014, ratificar la añada de 2012. Se podría dar la circunstancia que esta cosecha que en 2013 se valoro como muy “Muy Buena” podría hoy mejorar o empeorar la calificación definitiva.
– Cambiar la terminología y así evaluar la cosecha como: por debajo, por encima o al nivel de la media de Rioja y la añada con los mismos grados incluyendo, además, el de “Sobresaliente” para añadas realmente excepcionales.
La información de la añada es un argumento comercial y sirve como criterio (no tanto en España como en otros países), para la elección de los vinos por el cliente, por lo que debe mantenerse, pero obliga a una revisión, en pro de su funcionalidad y de la credibilidad de la información y por ende del vino Rioja. La modificación en la línea apuntada es una de las posibles opciones, otra es no hacer nada.