En Arbeiza, un pequeño pueblo próximo a Estella, el influjo benéfico de una imagen ha atraído a miles de devotos desde finales del siglo XV hasta mediados del siglo XX. Muchos de ellos eran riojanos. Se trata de la Virgen de los Conjuros o Virgen del Rosario, de cuyas leyendas y milagros ha investigado Carmelo […]
En Arbeiza, un pequeño pueblo próximo a Estella, el influjo benéfico de una imagen ha atraído a miles de devotos desde finales del siglo XV hasta mediados del siglo XX. Muchos de ellos eran riojanos. Se trata de la Virgen de los Conjuros o Virgen del Rosario, de cuyas leyendas y milagros ha investigado Carmelo San Martín Gil, un ingeniero técnico agrónomo que, al tiempo que trabaja en el mundo del vino y el licor, también investiga las tradiciones navarras.
–¿Cómo empezó todo?
–La iglesia de Arbeiza se convirtió desde el siglo XV hasta los años 50 y 60 el siglo XX en un auténtico santuario de peregrinación contra el mal de ojo, la brujería y las enfermedades nerviosas que afectaban al comportamiento de las personas. Acudían miles de afectados gracias a la eficacia sanadora de la imagen de la Virgen María. Pero lo más curioso es que a nivel navarro era un asunto desconocido y poco estudiado en los grandes trabajos que se han hecho sobre la brujería, sobre todo porque la mayor parte de los peregrinos a Arbeiza procedieran de La Rioja, Logroño y los pueblos situados aguas abajo del Ebro. Las anécdotas y leyendas de riojanos son abundantes.
–Ilústrenos con alguna de ellas.
–Los devotos riojanos cruzaban a Navarra por los vados del Ebro para tomar después el camino de Estella hasta Arbeiza. Un vecino de Galilea comenzó a peregrinar porque todas las noches entraba un gato negro por un agujero de la cuadra y se le morían las vacas. Otro señor de Herce, apodado ‘Barrabás’, confesó que unas brujas convertidas en yeguas le salieron al camino y no sólo le impidieron llegar al pueblo, sino que lo cercaron y cocearon con saña. Un capitán de barco, también riojano, fue durante años peregrino a la Virgen de Arbeiza, a quien colmaba con abundantes limosnas para agradecer el favor que le concedió en uno de sus viajes. Le sucedió que, al frente de un gran barco mercante, le sobrevino una fuerte tempestad, por la que los marineros temían por su vida. Pero el capitán les dijo que no temieran porque la Virgen de Arbeiza les iba a salvar; se encomendaron a ella y nada les sucedió.
–Y no sólo peregrinaban adultos.
–Una familia riojana residente en Barcelona tuvo dos niñas gemelas, una de las cuales enfermó gravemente. El médico recomendó a los padres que no hicieran el viaje a Arbeiza, pero ellos, desoyendo la voz de la ciencia, hicieron ofrenda a la Virgen y obtuvieron el favor. Años después, agradecidos por el «milagro», las niñas hicieron su primera comunión en la iglesia de Arbeiza.
–¿Influyó en Arbeiza el caso de las brujas de Zugarramurdi?
–Es muy posible. De hecho, casi cien años después, en 1702, el vicario de la parroquia, Martín de Yániz de Zufía, fue denunciado ante los tribunales eclesiásticos por sus conjuros a la virgen. El sacerdote fue trasladado a la cárcel episcopal de Pamplona, pese a sus 67 años y estar enfermo de gota, donde se declaró inocente. En la causa declararon testigos de Arnedo, Corera, Pradejón y Tudelilla. Fue condenado a un año de reclusión en su iglesia.
–La influencia llegó hasta el siglo XX, ¿no?
–Durante la posguerra la afluencia de riojanos era notable, aunque tras el Concilio Vaticano II quedó muy mermada. Sin embargo, la peregrinación no ha cesado. En el 2009 el párroco recibió la llamada telefónica de una abogada logroñesa que tenía una amiga con problemas en los ojos. «¿usted cura estas enfermedades cuando reza en Arbeiza, verdad», le preguntó.