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Marcelino Izquierdo

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Romasanta: el hombre-lobo era una mujer

MARCELINO IZQUIERDO Y JOSÉ RAMÓN FRÍAS

Cuando Luciano Bastida Hernáez abandonó su Cenicero natal para iniciar una carrera jurídica de enorme prestigio no podía ni siquiera imaginar que oficiaría como fiscal en el “Caso Romasanta”, el único proceso conocido en el que se enjuició y condenó legalmente a una persona por ser un «hombre-lobo». Ocurrió en Orense en 1853. Ahora se cumplen 200 años del nacimiento de Bastida. El 8 de enero del 2012 se conmemoró en Cenicero el bicentenario del nacimiento de uno de sus hijos más ilustres: Luciano Bastida Hernáez. Además de una brillante carrera judicial, Bastida alcanzó popularidad y prestigio a raíz del proceso contra Romasanta, el “Caso del hombre-lobo de Allariz”, del que también este año 2012 se cumple el 160 aniversario. Las últimas investigaciones realizadas en Galicia, y expuestas en las  ‘II Xornadas sobre Manuel Blanco Romasanta’, organizadas en Allariz por la Fundación Vicente Risco, aseguran que el famoso hombre-lobo era, en realidad, una mujer. El jefe de la Unidad de Antropología Forense del Instituto de Medicina Legal de Galicia, Fernando Serrulla, plantea que Romasanta podría haber sido en realidad una mujer-lobo, afectada por un extraño síndrome de intersexualidad, según informó el diario El País, el viernes 2 de noviembre.

Pero empecemos por el principio. Luciano Bastida vio la luz en Cenicero en 1812 en el seno de una familia de juristas, no en vano su abuelo paterno fue abogado de las Reales Órdenes. El primer hito de Luciano, con apenas 22 años, fue la defensa de la torre cenicerense contra Zumalacárregui (1834), junto a su hermano Félix y el resto de los urbanos. Los carlistas conminaron a su madre, Benita Hernáez, a ofrecerles la rendición a cambio del perdón. Estas fueron sus palabras: «Hijos míos: me obligan a que os diga que entreguéis las armas, pero yo os aconsejo que os defendáis hasta el último aliento; y si me traen por delante con vuestras hermanas, matadnos antes que rendiros». Sus hijos la obligaron a encerrarse con ellos. Al poco tiempo de acabar en Madrid la carrera de leyes, Bastida fue nombrado teniente fiscal de la Audiencia de Oviedo y después de La Coruña. Y en Galicia se enfrentó Luciano a su mayor reto como fiscal del único juicio celebrado en España de licantropía: el “Caso del hombre-lobo de Allariz” contra Manuel Blanco Romasanta.

 

Bajito y «afeminado»

Romasanta (Orense, 1809) era un sastre bajito (medía 1,37 cm), rubio, de facciones femeninas e inteligente (sabía leer y escribir), que llevaba una vida normal hasta el fallecimiento de su esposa. Desde entonces se dedicó a la venta ambulante de ungüento (grasa humana) por Galicia. Acusado de matar a un alguacil en Ponferrada, se ocultó durante meses hasta que volvió a aparecer en Rebordechao (Orense), en donde desempeñó oficios como el de tejedor, en esa época más propios de la mujer, por lo que se ganó el sambenito de «afeminado» entre los más intransigentes.

Por aquel entonces comenzaron sus brutales asesinatos, que perpetraba en los cercanos bosques de Redondella y Argostios tomando como víctimas a mujeres y niños. Aunque durante años logró eludir el acoso de la Guardia Civil y de la Justicia, el cerco comenzó a estrecharse de tal manera que Romasanta tuvo que refugiarse en Castilla como segador, hasta que fue capturado en Nombela (Toledo).

En el juzgado orensano de Allariz fue procesado y condenado a muerte por 13 crímenes, pese a que él siempre defendió que actuaba como hombre-lobo, víctima de un sortilegio. Pero cuando el fiscal Bastida le inquirió para que hiciera una demostración al tribunal, Romasanta afirmó que «la maldición solo dura trece años y la semana pasada se cumplió el plazo y me curé». Como los médicos dictaminaron que el acusado se hallaba en pleno uso de sus facultades, se le condenó a morir en el garrote vil. Isabel II evitó la ejecución «en aras de la ciencia».

Sufría un trastorno intersexual

Esta semana, a raíz de nuevos “datos científicos y artísticos” rescatados del siglo XIX, el forense Fernando Serrulla ha recreado el rostro de Romasanta. “Esto no es una reconstrucción fiel, sino una aproximación a cómo pudiera ser, porque hay un gran número de elementos faciales que tenemos que inventarlos”, explicó a El Faro de Vigo.

Asegura además el forense que Manuel Blanco Romasanta fue inscrito en su partida de nacimiento como Manuela, no por un error tipográfico, sino porque sus padres dudaron en un principio sobre su sexo. Así, el criminal podría haber sufrido un trastorno intersexual -pseudohermafroditismo femenino-, que “solo se manifiesta en uno de cada 10.000 o 15.000 nacidos vivos”, por el que sus órganos sexuales eran de mujer, pero segregaba una cantidad desmesurada de hormonas masculinas que pudieron provocarle “episodios de fuerte agresividad”, añade Serrulla en El País.

Romasanta, en la literatura y el cine

El “Caso Romasanta” traspasó fronteras, dio lugar a cantares de ciego, estudios científicos, novelas, documentales y películas. El primer filme, “El bosque del lobo” (1970), fue dirigido por Pedro Olea, aunque el asesino respondía al nombre ficticio de Benito Freire, interpretado por José Luis López Vázquez. El segundo de los largometrajes, “Romasanta” (2004), fue realizado por Paco Plaza sobre la novela de Alfredo Conde, y protagonizado por Julian Sands, Elsa Pataky, John Sharian y Gary Piquer, en el papel del fiscal riojano.

Tras alcanzar notoriedad, el cenicerense Luciano Bastida fue nombrado magistrado de la Audiencia de Madrid y del Tribunal Supremo. Era caballero de la Real y Distinguida Orden de Isabel la Católica y de Carlos III. Falleció en Ponferrada a los 60 años (1872), siendo sus restos inhumados años más tarde en La Coruña. Cuando Bastida visitaba Cenicero lo hacía junto a la escritora y feminista gallega Concepción Arenal, madre política de una de sus hijas.

 

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Certezas, curiosidades y leyendas del pasado, de la mano de Marcelino Izquierdo

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