J. SAINZ
El crimen del Satanás, un pastor de Entrena que mató a un tratante de ganado cerca de Navarrete en 1946 y dos años después fue ejecutado en la cárcel de Logroño, conmocionó durante un tiempo a una ciudad a la que, como a tantas capitales provincianas de la época, habían arrancado la conciencia, dejando un agujero de miedo y de miseria. El escritor Marcelino Izquierdo Vozmediano (Logroño, 1958) toma este suceso como punto de partida para realizar un retrato social y moral de la posguerra en su quinta novela, ‘La pasión según Satanás’ (Editorial Buscarini), que se presenta en el Centro Cultural Ibercaja (a las 20 h.). El autor, jefe de fin de semana de Diario LA RIOJA, combina aquí sus facetas de periodista e investigador con la de novelista ya maduro empeñado en contar la historia de su ciudad y de sus gentes.
-¿De dónde surge su interés por el crimen de Satanás?
-Mi abuelo materno me contaba esa historia siendo yo niño. Él había sido conserje del Instituto Sagasta durante más de treinta años. Cuando me llevaba de visita me contaba el juicio contra Satanás que se había celebrado en la biblioteca, porque entonces estaba en construcción el Palacio de Justicia. Todo aquello, el crimen, el nombre de Satanás y aquel lugar tan especial, cautivó mi imaginación y es una historia que siempre he tenido presente.
-Fue un caso que conmocionó Logroño y que tuvo mucha repercusión en España, donde, por otro lado, los crímenes en el medio rural eran bastante frecuentes, ¿no?
-Claro, en una ciudad de provincias en la que nunca pasaba nada, un crimen así causó un gran impacto. Es verdad que desde el siglo XIX no faltaban los crímenes en España, pero después de la Guerra Civil eso se solapó bastante. Y este caso tenía unas connotaciones peculiares: la víctima era un carnicero muy conocido en Logroño y los pueblos de alrededor porque además era ganadero y viajaba por la zona para hacer sus tratos; y el asesino, Satanás, tenía un apodo muy llamativo.
-… Que le pusieron las monjas.
-Las clarisas de Entrena. Era un personaje temerario desde chiquillo que atormentaba a las monjas con sus bromas. Cuentan que José García Barriobero asustaba a las monjas gritándoles desde la tapia del convento: ‘¡Soy Satanás! ¡Vengo a por vosotras!’ Y Satanás se le quedó.
-¿Por qué mató a Jesús López: para robarle o también por venganza?
-En el juicio, que solo duró un día, no quedó del todo claro. Sí está claro que mató al carnicero y que le robó una suma importante, porque los tratantes solían llevar mucho dinero. Pero también pudo ser por venganza. Al terminar la guerra a Satanás le pillaron robando en un cuartel de Madrid, y aunque debía de ser práctica común, él sufrió un consejo de guerra y estuvo en la cárcel de Buitrago. Cuando volvió a Entrena tuvo que enfrentarse a las habladurías de la gente y en el juicio por el asesinato declaró, quizás tratando de esquivar así la pena de muerte, que el Gallego había sido quien había ido hablando mal de él. Pero eso es algo que no se puede asegurar.
-Fue la última ejecución en La Rioja; una cuestión, la de la pena de muerte, que ya parece muy lejana a nuestros ojos, pero que conviene conocer.
-Vino un verdugo de Valladolid para darle garrote en la Prisión Provincial, la antigua cárcel que estaba al final de Gonzalo de Berceo. Fue precisamente el verdugo en el que se inspiraron años después Berlanga y Azcona para su célebre película.
-El asunto despertó el morbo en todo el país: ¿síntoma de una época con graves carencias culturales?
-Es parte de la crónica negra de España. ‘El Caso’ nació poco después para satisfacer o alimentar ese morbo entre la gente más común. El periódico Nueva Rioja entonces publicó una magnífica crónica, bien escrita, con todo detalle del expediente judicial y de los alegatos tanto de la defensa como de la acusación. Yo mismo lo he podido cotejar con los documentos que se conservan en el Archivo Histórico de Logroño junto con algunas pruebas periciales que ponen los pelos de punta. El periodista, que no firma su trabajo, fue muy fiel a la realidad del juicio.
-La cuestión es que todos estos sucesos, siendo importantes en la trama de la novela, son solo la pauta a partir de la cual retrata el paisaje social y humano del Logroño de la posguerra.
-El crimen y otras historias paralelas han sido el andamio sobre el que construir lo que de verdad me interesaba: el retrato social de la ciudad. Por eso la novela es una mezcla de estilos: thriller, novela negra, costumbrismo, algo de comedia, picaresca, metaliteratura… A mí me interesaba retratar la ciudad en la que he vivido la mayor parte de mi vida. En La Rioja ha habido poca literatura en general y poca literatura sobre la vida común de los riojanos a lo largo de su historia. Y también me interesaba sacar a la luz la corrupción, el estraperlo, la censura, las delaciones, las diferencias sociales… cosas que hoy parecen inimaginables y de las que afortunadamente nos separa un abismo.
-¿Retrata ese Logroño el conjunto de la España de la época?
-Eso es. Salvando las distancias, ocurre lo mismo con ‘Calle Mayor’, que, retratando Logroño, retrata en realidad de aquella España provinciana. La última tendencia en historiografía ha cambiado la antigua forma de contar la historia a grandes rasgos: la suma de pequeñas historias da mejor el perfil de la gran historia con sus miserias y sus grandezas.
-Las diferencias sociales están muy presentes en la novela.
-Es que eran tremendas: había gente que buscaba las sobras de los cuarteles y unos pocos que celebraban fiestas con champán francés. Había sesiones de cine exclusivas para las clases pudientes, verbenas en el Círculo Logroñés que la gente humilde seguía desde la calle para escuchar música…
-¿Cómo se ha documentado?
-En el periódico y en el Archivo Histórico de Logroño; viendo muchas fotografías; hablando con mucha gente, desde mi padre, que siendo de Madrid vivió mucho tiempo en pensiones de Logroño; el doctor Dulín, que fue médico de Satanás…
-¿Le preocupa que alguien se sienta peligrosamente retratado?
-No, porque si a alguien no le gusta lo que escribo… lo siento mucho. Yo intento ser muy fiel a lo que yo creo que es la realidad, ser veraz y honesto conmigo mismo. La novela no persigue a nadie aunque haya personajes reales y ficticios.
-El tono general es de derrota.
-La posguerra fue muy dura y duró muchos años. Eso creó una sociedad muy endogámica, triste y gris. En esto no soy muy original, pero yo me quedo con los perdedores, porque los ganadores ya tienen para sí esos grandes libros de historia y los perdedores son más reales.
-Literariamente, ¿siente haber dado un salto como novelista?
-Eso es difícil de valorar por uno mismo. Cada cosa que escribo me sirve para aprender y siempre intento evolucionar.
-¿Qué cineasta imagina que podría haber hecho una película como ‘La pasión según Satanás’?
-Cuando escribo me imagino escenas de cine, es cierto. En este caso me puede haber inspirado ‘Surcos’, de José Antonio Nieves Conde, la que mejor refleja la posguerra, pero también hay mucho costumbrismo pesimista de ‘Calle Mayor’, de Juan Antonio Bardem.