Diario La Rioja, 10/04/2007
Un día de mayo del 2003 la víctima llegó del colegio a su casa y su madre se negó a abrirle la puerta.La chica acudió al cuartel de la Guardia Civil, donde condujeron a la menor a una casa de acogida.La madre fue acusada de un delito de abandono de menor por el que la Fiscalía pidió dos años de cárcel. El juicio debía celebrarse ayer. La chica retomó hace unos meses la relación con su madre, a la que ha perdonado. Las partes llegaron ayer a un acuerdo para no celebrar la vista oral y dejar la pena en diez fines de semana de arresto.
La víctima, una joven de 18 años, esperaba en los pasillos del Palacio de Justicia de La Rioja el inicio del juicio. La vista oral había sido señalada para las doce del mediodía de en el Juzgado de lo Penal número 2. La joven, cuatro años atrás, cuando todavía era poco más que una niña, fue abandonada por su madre, que un día le cerró la puerta de casa y le dijo que fuera a buscarse la vida a otro sitio.
La madre, acusada por el Ministerio Fiscal de un delito de abandono de menor, llegó puntual a la cita en los juzgados. Al acercarse a la puerta de la sala de vistas, su hija le estaba esperando. La chica se acercó a la acusada y le dio un cálido beso en la mejilla, adelantando con este gesto el posterior acuerdo entre abogados por el que la imputada se librará de la condena a dos años de cárcel a los que se enfrentaba.
«Yo le perdono. Por mí está todo olvidado», decía la chica. Acto seguido, accedía a contar su historia a este periódico.
En mayo del 2003, la víctima vivía en su domicilio de Villamediana de Iregua junto a sus hermanos, a su madre y a la nueva pareja sentimental de ésta. Hacía ya un tiempo que la madre venía diciendo a su hija que se buscase otro sitio para vivir porque no la quería en casa. Un día la amenaza se materializó. «Yo llegué del colegio y ella no me quiso abrir la puerta», recuerda la chica. «Me echó de casa y no me dio explicaciones».
«Fui al cuartel de la Guardia Civil y ellos llamaron a mi madre, que por lo visto volvió a insistir en que no me iba a dejar entrar más en casa. Entonces los guardias me cogieron y me llevaron a un centro de acogida de menores».
La adolescente asegura que entre madre e hija la relación nunca había sido mala ni tenía, en realidad, nada de particular. «De vez en cuando había alguna discusión, pero por tonterías, como las que hay en todas las casas: alguna bronca por no querer hacer algo, o por llegar tarde…».
Una nueva vida
El caso es que, sin llegar nunca a saber muy bien porqué, la chica tuvo que aprender a vivir una nueva vida en una casa de acogida de menores dependiente de los Servicios Sociales de la Comunidad Autónoma. Allí no desaprovechó el tiempo e incluso asegura que fueron «cuatro años felices».
Hace unos meses, la joven contactó con su madre y le dejó claro que estaba dispuesta a perdonar y retomar la relación. «No le pedí ninguna explicación porque creo que hubiera sido algo doloroso tanto para ella como para mí». En la actualidad la chica vive en un piso junto a dos amigas pero ve a su madre regularmente. «Nuestra relación ahora es normal», insiste. «A veces quedamos para comer los fines de semana».
«Supongo que cuando mi madre hizo aquello estaría pasando una mala racha, una mala época, de esas en las que se le juntan a uno muchas cosas y no aguanta más. Ahora nos llevamos bien y me gustaría que todo siguiera así, sin revolver el pasado».