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José Glera

La Poda

Vino personal

Vino y gastronomía. ¿Van unidos? Sí. ¿Complementarios? Sí. ¿Se pueden entender uno sin el otro? No lo sé. ¿Se necesitan? Sí. ¿Pueden hacerse daño? Tal vez.
Diego Guerrero, cocinero con dos estrellas Michelín, se ha aventurado en el mundo del vino y en crear su propio caldo. Se ha ido a la Ribeira Sacra para imaginar un néctar propio de sus planos. ¿Es buena la iniciativa? Seguro.
Su idea de personalizar para su restaurante DSTAgE de Madrid invita a la reflexión. Que la alta cocina se interese por acompañar sus platos por un vino muy concreto realza a ambos; que el vino acabe en ‘marcas blancas’ puede ser, si no peligroso, sí respetable. 
Más allá del interés de los grandes cocineros, las bodegas caen en ocasiones en el pan para hoy y hambre para mañana que supone ‘venderse’ a marcas blancas de grandes superficies. Eso ya no es tan bueno, porque no prima la calidad, sino el precio. ¿Alternativa? Depende de la economía propia.
Como no nos debemos a lineales no les propongo un vino, sino varios. Abran un Contino blanco 2011; sigan con un Contino Graciano 2010 y rematen con un Viña del Olivo 2009. Entenderán lo que es una marca propia. Placer gastronómico.

La Poda

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