«Sólo de la derrota podía surgir algo nuevo» (Juan Benet)
Una de las rarezas de esta legislatura y de la anterior a nivel nacional reside en el protagonismo adquirido por fuerzas parlamentarias en principio irrelevantes, que en el universo de la vieja política tendían incluso a la marginalidad. Un mapa político fragmentado hasta la exageración (que aún puede atomizarse un poco más en futuras elecciones) ha favorecido que incluso al españolito medio le suene de algo el nombre de Ana Oramas, solitaria representante de Coalición Canaria en la Carrera de San Jerónimo. Ese mismo españolito medio puede además escandalizarse por las concesiones que otro diputado procedente de las islas, Pedro Quevedo (único diputado de Nueva Canarias), arrancó así de Mariano Rajoy como de Pedro Sánchez para su región. Y si ese españolito medio paga sus impuestos en La Rioja, se entenderá que se abandone a la melancolía propia de quien piensa qué han hecho los canarios para merecer tales regalías. O qué han hecho mal los riojanos.
Se trata de uno de los argumentos favoritos de quienes encarnan a nivel riojano esa misma corriente ideológica (o lo que sea el regionalismo): el PR+. Resumiendo mucho, sus dirigentes vienen a concluir que sólo una fuerza regionalista reforzada por los votos, que tanto han solido ignorarla en los últimos tiempos, elevaría el estatus de La Rioja a escala nacional y obtendría de quien resida en Moncloa la atención que tienden a negarle los grandes partidos. Es un argumento algo elemental, casi primario, pero que tiene cierto sentido a la vista de la coyuntura reciente: lo pequeño, de repente, se ha convertido en hermoso allá en Madrid para PP y PSOE. Cuyos mandatarios ya no tienen suficiente con arrodillarse ante los nacionalistas periféricos: también necesitan el respaldo de los regionalistas hasta ahora marginados. La idea de provincia ha muerto en España. Llega la hora de volver a la región.
Ese contexto ayudaría por lo tanto a las aspiraciones regionalistas de mejorar su representación municipal en las locales de mayo y regresar al Parlamento en las autonómicas. Un propósito que sorprende al partido con los deberes hechos, éxito del que sólo puede presumir el PSOE: también el PR+, luego de rubricar esta semana a Rubén Antoñanzas como cabeza de lista al Ayuntamiento de Logroño, cuenta desde el pasado mes de junio con Julio Revuelta como candidato designado para encabezar la candidatura regional. Y se encuentra además libre del lastre que representaban para sus siglas los líos judiciales que nublaron la etapa en que compartió gobierno en la principal capital de La Rioja con los socialistas, luego de haber despojado de la condición de militantes a Ángel Varea y Miguel Gómez. Un astuto gesto táctico que contribuye a dar legitimidad a la otra noticia que esta semana le ha concedido cierto protagonismo: su decisión de pedir responsabilidades al viejo PP de Sanz y Del Río una vez que los tribunales han exculpado al viejo PR+ de Legarra y Gil Trincado del frente judicial en que se vieron envueltos, luego de una serie de denuncias que los tribunales han desestimado. No: no había caso.
Despejados los nubarrones y configuradas las dos posiciones más relevantes de sus candidaturas, en la sede regionalista manejan algún factor adicional que alimenta sus esperanzas de cara a la doble convocatoria electoral del 2019. Ocurre que, por primera vez en su historia, harán campaña desde una posición (más o menos) relevante en los ayuntamientos de los municipios más poblados: Haro, Arnedo, Lardero, Villamediana, Nájera o Calahorra, además del mencionado caso de Logroño. Lo cual, según sus vaticinios, debería multiplicar sus expectativas de recoger en las urnas cuanto antaño le negaron. El respaldo suficiente para transformarse de formación residual en decisiva para constituir gobiernos. El sueño de todo regionalista riojano. Y de propina, ser capaz a partir de esa posición de fuerza de influir en el Parlamento nacional, como sus hermanos canarios.
Para lo cual, el PR+ carece ya de esas excusas tan suyas. Su nueva tripulación debería huir de la propensión al victimismo que antaño tendía a amputar sus posibilidades. El pataleo eterno, el lloriqueo constante: una estrategia que se limitaba a seguirle el juego, sin saberlo tal vez, al entonces dominante PP. Que siempre aspiró a convertirse en el auténtico partido riojanista, pero que compite mal con quien se presenta como genuino estandarte del regionalismo. Con un programa que nadie puede clonarle, muy básico y muy clásico: menosprecio de corte y alabanza de aldea.
LA LETRA PEQUEÑA
El ministro Guirao, memoria riojana
La reciente visita a Logroño de José Guirao, ministro de Cultura, no sólo le permitió coincidir con otro colega de gabinete, el titular de Interior Fernando Grande-Marlaska, de gira por Logroño, donde almorzaron en compañía de la cúpula socialista riojana. También le permitió activar su memoria, pródiga en recuerdos vinculados a La Rioja: siendo estudiante en Madrid, entabló amistad con un grupo de condiscípulos de Haro y Mendavia, con quienes solía recorrer la región, con especial predilección por la calle Laurel y alrededores.
Gamarra, con Garamendi
En su viajera agenda de la semana pasada, que le llevó de Madrid a Barcelona, la alcaldesa de Logroño acudió el lunes a la capital del Reino para un encuentro donde cinco empresas logroñesas mostraron su potencial ante potenciales inversores. Allí, Cuca Gamarra coincidió con el nuevo líder de la patronal española, Antonio Garamendi; al día siguiente, en Barcelona le esperaba la reunión de la Federación Española de Municipios, donde representa a Logroño como vicepresidenta, que presidió la ministra Meritxell Batet.